Destrucción de las bases de la humanidad: Día mundial de la diversidad biológica

Por Santiago Aldana Rivera – Colombia.

Desde el 2000 la Organización de las Naciones Unidas estableció el día 22 de mayo como el ’Día Mundial de la Diversidad Biológica’, pero desafortunadamente, 19 años después, la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicio de Ecosistemas (IPBES, sus siglas en inglés) hizo público un informe que detalla a nivel mundial el estado de la biodiversidad y de los ecosistemas, el cual, dentro de sus principales conclusiones, afirma que “un millón de especies del mundo están en peligro de extinción”.

Esta afirmación, que se une a las diferentes advertencias que la academia ha emitido, cae con gran preocupación en la opinión pública mundial, pues de volverse real esta afirmación, seríamos, por un lado, los principales causantes de una de las mayores extinciones de especies en la historia del planeta tierra (sino es que ya lo somos) y por otro, destruiríamos los medios que actualmente nos permiten sobrevivir, que ya por otros retos globales conexos como el cambio climático, nos pone en una delgada cuerda floja.

Parte de la discusión que se ha adelantado por varios años es que existe una perpetúa conectividad de los ecosistemas que no se puede desconocer y que ratifican el sentido de frases como “No se puede pasar un solo día sin tener un impacto en el mundo que nos rodea. Lo que hacemos marca la diferencia, y tenemos que decidir qué tipo de diferencia queremos hacer…” de la antropóloga y ambientalista Jane Goodall.

De acuerdo al IPBES, el 47% de los ecosistemas naturales ha declinado en el mundo, pero a la vez la población se ha duplicado desde 1970 y nuestras ciudades, igual se han duplicado desde 1992. En la búsqueda del insaciable desarrollo, hemos arriesgado la paz y coexistencia con la naturaleza, obviando impactos, que hoy pasan factura; por lo que no suena descabellado que en diferentes países se esté hablando de reconocer a la naturaleza como sujeto de derechos y no solo como objeto de usufructo.

Recientemente científicos afirmaron que “la destrucción de la naturaleza es un error moral que debe ser detenido”, pues no resulta entendible de qué forma garantizar nuestra existencia cuando destruimos lo que nos mantiene.

Asimismo, comentan que “se está discutiendo sobre la personalidad jurídica de los robots, mientras que el debate sobre el derecho de la naturaleza parece en un segundo plano”.

Si bien es una discusión que requiere de mucho dialogo más de fondo que de forma, cualquier medida es necesaria en estos momentos para retomar la esperanza. Por ejemplo, otra de los planteamientos que se han puesto en la mesa es la creación del Pacto Mundial para el Medio Ambiente, que justamente este mes se adelantaron las primeras negociaciones y el cual busca “proporcionar un marco general para el derecho ambiental internacional con la aspiración de consolidar y potenciar aún más el derecho ambiental internacional teniendo en cuenta los apremiantes desafíos ambientales”.

A pesar, que tenemos cantidades de instrumentos internacionales para poder hacer, lo que, en principio es lo correcto, pareciera que necesitamos de más instrumentos internacionales y locales para comprometernos efectivamente y que resulten coherentes con la urgencia que requiere cada caso para pasar a la acción.

Es cierto que los territorios son complejos, y no existen soluciones sencillas, pero entre más estrategias logremos impulsar, no se negará la teoría que uno más uno, es dos y así sucesivamente aumente la probabilidad de lograr cambios justos y sustentables.

Finalmente, gran parte de esos cambios que requerimos, es claro y sincero afirmar que necesitamos una transición justa y equitativa que aclare que requerimos una “dieta energética” y que si bien es una opción ante tiempos de preocupación, también es una oportunidad para reevaluar cómo actualmente definimos estilo de vida, y donde aplicamos principios como el de precaución, autonomía, gestión social, participación, transparencia entre otros, que deberían ser el camino para lograr hacer lo correcto.

Nunca antes el ser humano había tenido que enfrentar tantos retos locales y globales como lo hace ahora, por eso es urgente pensarse en alternativas que nos permitan aún continuar celebrando el Día Mundial de la Diversidad Biológica.

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