Comida basura y montañas de plástico: la otra cara de la COP de Madrid

Ana Nieves Fundación por Causa, Climática y Youth Press Agency han colaborado en la publicación de este artículo.

Las Conferencias de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP) son un espacio que reúne a líderes políticos y expertos de todo el mundo para implementar acuerdos contra el calentamiento global. Sin embargo, el lugar donde se desarrollan estas negociaciones no es sostenible ni respetuoso con el medio ambiente. Además de contar con patrocinadores como Iberdrola y Endesa, dos de las empresas más contaminantes del Estado español, la COP está repleta de incoherencias que se producen en medio de las discusiones para frenar la emergencia climática. Cada día IFEMA, el espacio donde se celebra la COP, recibe a 25.000 asistentes. Durante estas dos semanas, la celebración de la Cumbre dejará una huella de 65.000 toneladas de CO2 (compensadas con certificados de reducción de emisiones). Pero eso no es todo: algunas de las mayores contradicciones de esta cumbre se encuentran en la oferta de comida disponible para los expertos, periodistas, políticos y demás perfiles que acuden al evento.

Aparte de los catering contratados, las cafeterías con menús que rondan los 20 euros, y los food trucks situados a lo largo de la avenida exterior, en el pabellón principal se encuentra la joya de la corona: Burger King. Esta empresa de comida rápida está en el punto de mira de líderes indígenas y ONG ecologistas tras un estudio, realizado por Rainforest Foundation Norway y Mighty Earth, que demostraba cómo fomentan el cultivo de soja y la cría de vacunos en los terrenos arrasados del Amazonas. A su lado, una franquicia de Telepizza, acusada de no pagar el salario mínimo a sus empleados, y Deli&Cia, una cadena de comida rápida ’saludable’ que vende sus productos en paquetes de plástico no reutilizables.

Algunos asistentes declaran que es “más barato y fácil” comer en estos espacios de comida rápida que pagar por los menús de las cafeterías. Una representante de una asociación europea de energía solar afirmaba que, aunque no todo era 100% sostenible, veía esfuerzos por parte de la organización al entregar botellas de cristal rellenables a los asistentes. Eso sí, con publicidad del Canal de Isabel II. Otros, como una agente de la ONU de Washington, defienden el emplazamiento de estas empresas y patrocinadores porque “debido al cambio de Chile a Madrid, ha habido poco tiempo para organizarlo”. Organizar la COP25 en Madrid ha sido una labor a contrarreloj desde que Sebastián Piñera, presidente de Chile, renunciara a acoger la Cumbre debido a las protestas sociales en su país. Aun así, justifican la presencia de empresas altamente contaminantes como patrocinadoras, igual que anunciantes como Coca-cola, la empresa que más plásticos genera en el mundo, con el pretexto de la falta de tiempo. Del mismo modo, obviar el tipo de oferta gastronómica presente en el espacio, directamente relacionada con la deforestación y la contaminación, refleja una falta de conciencia cuando se trata de un marco de discusión sobre la emergencia climática.

El impacto de la alimentación, obviado en la COP25

Ya en la COP24 de Polonia, un grupo de científicos publicó un estudio que reflejaba que las comidas de la Cumbre con productos de origen animal generaban diez veces más emisiones contaminantes que las opciones veganas.

En América Latina, el aumento mundial de la demanda de carne provoca deforestaciones en beneficio de la plantación de monocultivos, causando devastación de bosques y la pérdida de autodeterminación de los pueblos indígenas. Según Estebancio Castro, representante de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), los gobiernos arrasan la tierra en sus regiones para después secarla y venderla a grandes compañías, a las que ellos solos no pueden enfrentarse.

En esta Cumbre, de más de 200 eventos solo 14 tratan temas relacionados con la alimentación, y solo uno de ellos se encuentra en el programa principal. En un acto sobre cambio climático y alimentación sostenible, Cristina Tirado, del comité de nutrición de la ONU, afirmaba que la problemática de salud pública está directamente relacionada con la emergencia climática. Este problema está fomentado por los sistemas alimentarios y la producción de comida, que provocan altas emisiones de CO2 y una gran pérdida de biodiversidad. “La mala gestión de los alimentos está creando nuevas enfermedades que pueden volverse crónicas”, y añadía que “las grasas animales aumentan el riesgo de mortalidad, así como de padecer enfermedades del corazón, depresión, diabetes o cáncer”.

La humanidad vive un momento crítico: mientras más de 800 millones de personas sufren de hambre y malnutrición, un tercio de la comida se desperdicia, dejando una huella irreparable en el planeta. La agricultura representa el 11% de las emisiones de gases de efecto invernadero, este cálculo incluye cultivos y ganadería, pero no tiene en cuenta la contaminación generada por la energía, manufacturación y transporte que utiliza, que lo convierten en un 30% de las emisiones totales. Además, la producción ganadera y agrícola representa un uso del 70% de la tierra y, según datos de ProVeg International, más del 50% de los cultivos se utiliza para alimentar animales, destinados después al consumo humano.

El modelo productivo es insostenible, y a pesar de ello, lo que se discute en esta Cumbre no es cómo cambiarlo, sino cómo hacer que los actores que participan en este modelo sean más ’ecológicos’, ignorando el problema de base. Para luchar contra la emergencia climática es necesaria una evolución en la mentalidad de la sociedad, pero no solo a través de actos individuales, ya que son las grandes corporaciones las que tienen la posibilidad de hacer cambios a nivel global.

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