COP28: Nuclear, sí o no?

Veintidós países se comprometen a triplicar la capacidad nuclear en un intento por reducir los combustibles fósiles. Pero, ¿sería realmente el camino correcto?

Por Roberto Barbiero

Traducido por Tatiana Chaparro

El debate sobre la energía nuclear se reabre en Dubái con el anuncio del compromiso firmado por 22 países para triplicar la capacidad de generación nuclear para el año 2050, a partir del año base de 2020. Entre los principales firmantes se encuentran Estados Unidos, Canadá, Japón, Francia, Reino Unido y los Emiratos Árabes Unidos.

Hasta ahora, la energía nuclear tiene una relevancia significativa en la matriz energética global, contribuyendo con aproximadamente el 10% a la generación de electricidad, y llegando al 25.4% para la Unión Europea. Surge nuevamente la idea de que la energía nuclear puede desempeñar un papel fundamental en el camino hacia la descarbonización, aunque la Agencia Internacional de Energía (IEA) desarrolló un camino hacia emisiones cero en 2021, donde el 90% de la producción global de electricidad debería provenir de energías renovables para 2050 (actualmente el 29%, incluyendo la hidroeléctrica), de las cuales el 70% sería solar y eólica. Entonces, ¿por qué tanto interés en la energía nuclear? ¿Realmente es un camino conveniente? Veámoslo paso a paso.

Fisión y fusión: el presente y el futuro

Cuando hablamos de energía nuclear para usos civiles, nos referimos al proceso que implica la fisión del núcleo de uranio-235 por la absorción de un neutrón lento, es decir, de baja energía, para obtener núcleos de elementos más ligeros y una gran cantidad de energía. Actualmente, la energía nuclear se produce principalmente mediante reactores de segunda y tercera generación, siendo estos últimos los más recientes y equipados con tecnología más avanzada.

Para el futuro, se habla de centrales con reactores de cuarta generación, teóricamente más eficientes y seguros que las generaciones anteriores, así como de reactores de pequeña escala conocidos como Reactores Modulares Pequeños. Sin embargo, el desarrollo de los primeros está sujeto a un protocolo de colaboración entre trece países y se espera que la construcción de reactores experimentales o demostrativos no comience antes de 30 años. Para los segundos, sólo existen algunos prototipos.

Una alternativa a la fisión es la fusión nuclear, que representa el sueño del futuro. Este proceso, que alimenta al sol, ocurre cuando dos núcleos atómicos ligeros se fusionan para formar un núcleo menos pesado, liberando grandes cantidades de energía. Los candidatos principales son dos isótopos del hidrógeno, deuterio y tritio. Aunque la fusión se ha utilizado de manera incontrolada para la bomba de hidrógeno, la producción de energía a partir de este proceso requiere sistemas de control extremadamente complejos, aún en fase de investigación, ya que se trata de un objetivo difícil de lograr. Se estima que una planta demostrativa podría ser posible no antes de 2040.

En el estado actual, nos quedamos con la fisión nuclear. Intentemos entender por qué invertir en estos sistemas hoy no parece ser la opción más sostenible ni contribuir efectivamente a la necesaria descarbonización.

Las escasas reservas de uranio

La cuantificación de las reservas de uranio realmente explotables es bastante contradictoria. Australia destaca entre los países con mayores reservas, seguida por Canadá, Kazajistán, Brasil y China, pero ningún país de la UE figura en esta lista. La elección de la fisión nuclear no puede considerarse como un camino hacia la autosuficiencia energética europea. Se trata de un recurso limitado y, por lo tanto, disputado entre los países que lo necesitan, tanto hoy como en el futuro, para alimentar sus propias centrales nucleares.

El riesgo de accidentes

Fruto de la negligencia o incompetencia de los operadores, causados por defectos en los equipos o eventos naturales catastróficos, los accidentes nucleares pueden provocar efectos enormes y comprometer el uso del territorio en una amplia área durante miles de años. Los accidentes más conocidos son los de Chernobyl, en la actual Ucrania, y Fukushima en Japón.

El accidente en el reactor de la central de Chernobyl, causado por un error durante la fase de mantenimiento, ocurrió el 26 de abril de 1986, con enormes daños directos e indirectos debido a la liberación de material radioactivo. El desastre de Fukushima, el 11 de marzo de 2011, ocurrió después de un terremoto y un tsunami que causaron un apagón eléctrico y la inundación del área de los reactores, considerada hasta ese momento como de máxima seguridad, bloqueando así el enfriamiento y causando explosiones posteriores que emitieron material radiactivo tanto en la atmósfera como en el mar, con daños incalculables a la vegetación y la fauna marina.

Los residuos y los costos

La producción de combustible nuclear, desde la extracción de uranio hasta el procesamiento y enriquecimiento para obtener el isótopo fisible uranio-235, es un proceso largo, complejo, contaminante y energéticamente costoso. La energía nuclear no es económicamente rentable y necesita la ayuda del Estado, especialmente para la gestión de residuos y el desmantelamiento de instalaciones al final de su vida útil.

La solución que muchos países están adoptando, como Estados Unidos, es prolongar la vida de las instalaciones. Se están construyendo nuevas centrales nucleares, principalmente en China y Rusia, gracias a la fuerte presencia del Estado, pero donde existe un alto riesgo de mezcla entre uso civil y militar, según muchos observadores. De los 31 reactores cuya construcción comenzó a principios de 2017, todos excepto 4 son de diseño ruso o chino. Por lo tanto, es bastante preocupante que las principales potencias nucleares están mostrando interés en las inversiones en energía nuclear para la producción eléctrica: Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Rusia, China e India.

Además, considerando los programas de desmantelamiento de centrales nucleares construidas en el pasado, los proyectos de nuevas instalaciones de tercera generación en diversas partes del mundo (especialmente en China e India) no tienen el tamaño para

 aumentar significativamente la cuota de consumo final de energía que actualmente corresponde a la nuclear. Los nuevos reactores de tercera generación también tienen dificultades para ver la luz en los países donde se están construyendo: los retrasos en la finalización de las obras y los costos asociados han aumentado enormemente en comparación con las estimaciones iniciales, como es tradición en la industria nuclear civil.

El anuncio hecho en la COP28 ha reabierto el debate sobre la reintroducción de la energía nuclear también en Italia. Este tema ha vuelto al debate público y político debido al empeoramiento de la crisis climática, al aumento del precio del gas natural en el contexto de la guerra en Ucrania y a la clasificación positiva de la nuclear dentro de la Taxonomía de Finanzas Sostenibles de la Comisión Europea con respecto a las actividades económicas consideradas sostenibles desde el punto de vista ambiental.

Teniendo en cuenta todos los problemas no resueltos relacionados con la producción de energía mediante la construcción de centrales nucleares de tercera generación, la única actualmente disponible, y por lo tanto la seguridad de las centrales, la gestión de residuos radiactivos, el desmantelamiento de instalaciones cerradas y el costo de operación, invertir en esta forma de producción de energía como contribución a la lucha contra el cambio climático sería una elección incoherente con la urgencia de intervenir para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y contener el calentamiento global a 1.5°C.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *