¿Cómo podemos comer de manera más saludable y sostenible?

Por Sofia Farina

Traducido por Tatiana Chaparro

Durante el día dedicado a la salud y al cambio climático, es imposible no hablar de comida y producción de alimentos. En este artículo, les contamos sobre un evento que se centró en este mismo tema, celebrado en la mañana del cuarto día de la COP28.

“Nuestro sistema alimentario está roto”. Raphael Podselver, director de asuntos de la ONU en ProVeg International, abre el panel sobre seguridad alimentaria y nutrición en relación con la transición a sistemas alimentarios saludables y sostenibles. Podselver enumera una serie de datos impactantes del informe ‘Estado de la Seguridad Alimentaria y Nutrición Mundial 2023’ de la FAO. Más de 800,000 millones de personas en el mundo enfrentan hambre y malnutrición, dijo, y al mismo tiempo, el 40 por ciento de los adultos del mundo tienen sobrepeso. Esto, además, significa que nuestro sistema alimentario tiene una carga oculta en el sistema de salud global con un costo del 10 por ciento del PIB mundial.

“Tenemos un sistema alimentario ineficiente y, a menudo, altamente subsidiado, que no logra alimentar al mundo y enferma a las personas. Además, los sistemas alimentarios representan ⅓ de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y la agricultura animal por sí sola representa el 20% de las emisiones”. La clave, enfatiza el director de ProVeg, es esta: la forma en que nos alimentamos actualmente enferma a la humanidad y también al planeta.

Cómo producimos alimentos y cómo los distribuimos

La dura introducción al evento termina con una pregunta, para los expertos invitados y para quienes escuchan: ¿cómo podemos pasar a sistemas alimentarios más sostenibles? Johanna Trewern, directora del grupo de investigación en ProVeg e investigadora en el campo de dietas sostenibles y cambio de comportamiento, respondió en un discurso muy claro y bien organizado.

“Uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo es cómo alimentar a una población mundial en crecimiento dentro de los límites del planeta y cómo hacerlo de manera sostenible. Y esto debería ser una parte importante de las negociaciones climáticas que tienen lugar aquí. La malnutrición está en aumento, especialmente después de la pandemia de Covid, y sabemos que producir más alimentos de la misma manera no será suficiente para resolver el problema de la seguridad alimentaria y nutrición”.

Trewern también aporta datos duros y números para demostrar que “el problema es cómo producimos alimentos y cómo los distribuimos. El 30% de todos los alimentos que producimos se desperdician o se pierden a lo largo de la cadena de suministro, y si se tiene en cuenta la cría industrial de ganado, 19 mil millones de animales se desperdician (mueren o nunca se comen) cada año. Además, el 40% de la tierra cultivada a nivel mundial se utiliza para cultivar alimentos para el ganado y otro 30% se utiliza para biocombustibles”. “Realmente necesitamos priorizar el uso de la tierra para cultivar alimentos nutritivos para el consumo humano directo, y deberíamos hacerlo con métodos agrícolas sostenibles”, comenta la investigadora.

Cambio ideológico y ético

“Necesitamos cambiar la forma en que pensamos y valoramos la comida políticamente, necesitamos alejarnos de la idea de cuántas calorías podemos obtener de la tierra que tenemos y pensar en cómo producir alimentos saludables para la población y cómo hacerlo sin dañar el medio ambiente”, esto, según Trewern, es lo que debemos hacer, lo más pronto posible, para abordar este problema.

La investigadora nos recuerda cómo son las dietas sostenibles, para el planeta y para el cuerpo humano: son dietas basadas en plantas o ricas en plantas, con cantidades mínimas de alimentos altos en grasas no saludables y azúcares. También enfatiza, sin embargo, que todo esto ‘lo sabemos, no es nada nuevo’ y que es hora de centrarse en la acción, en lograr que las personas realmente cambien la forma en que comen.

Con una fuerte actitud científica, aquí también se citan números importantes: un ciudadano promedio de la UE consume el doble de carne que el promedio mundial y, si se observa la cadena de suministro, esto implica que ⅔ de todo el grano que producimos en la UE se destina a alimentar animales y no a personas. Lo cual, comenta la investigadora, ‘es extremadamente ineficiente’.

La dieta que es buena para la salud y el cambio climático

En el evento, se menciona la conocida dieta Lancet, publicada hace algunos años por la revista científica del mismo nombre, que tiene el doble objetivo de proteger nuestra salud y la del planeta. ‘Adoptar la dieta Lancet reduciría las emisiones del sistema alimentario en un 48%, haciendo que el grado y medio de calentamiento esté realmente al alcance y evitando un gran número de muertes en todo el mundo, la estimación más reciente siendo del 24%,’ se explicó.

Se hace hincapié en el papel de las legumbres: aumentar la producción y el consumo tiene beneficios no solo para las personas y el clima, sino también para la naturaleza, ya que contribuyen a mejorar la salud del suelo. “En la UE, actualmente el 2% de nuestra tierra agrícola se utiliza para producir legumbres”, se señala, con la esperanza de un cambio de dirección lo antes posible.

Llamado a más diversidad

Finalmente, se enfatiza la necesidad de una mayor diversidad en toda la cadena de suministro. Esta es, de hecho, una estrategia vital para la adaptación al cambio climático, así como para la seguridad alimentaria y nutricional. “Nuestro sistema alimentario actual carece de diversidad, la mayor parte de lo que comemos se basa en 5 especies animales y 12 especies vegetales, lo cual es absurdo cuando se considera que hay más de 6000 especies disponibles a nivel mundial que podrían usarse como alimento”, dijo Trewern. La dieta actual, en esencia, nos hace más vulnerables en términos de impactos del cambio climático.

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