Píldora de sabiduría

Por: Paola Gabriela Quispe Quispe

País: El Alto, Bolivia 

Desde tiempos inmemoriales, para ser exactos desde el periodo  pre colonial, nuestras culturas andinas utilizaban una tecnología ancestral, para  conservar alimentos como la papa. El chuño, papa deshidratada, es una de las prácticas ancestrales que han perdurado hasta la actualidad y son las comunidades indígenas del altiplano quienes lo realizan. Este es un  proceso de deshidratación que inicia con la cosecha de la papa, luego se selecciona, se deja a la intemperie,  recibe la helada, se pisa el chuño, se seca, finalmente se avienta al aire y saca las cascaras. Las bajas temperaturas, conocidas también como heladas,  son la mejor aliada para el proceso, de la píldora nutritiva. 

Esta costumbre ha perdurado gracias a la oralidad y, de esta manera,  se ha podido mantener, en la actualidad, la sabiduría ancestral de los pueblos inclusive en ciudades metropolitanas como La Paz y El Alto de Bolivia. Es en estas zonas  donde vuelven a sus raíces en los meses de junio y julio para realizar la práctica milenaria de la producción del alimento.

Una vez, recuerdo que empecé a odiar al chuño, ya que empezó a invadir mi  espacio. Encontré la solución para deshacerme de él y por eso ideé un plan, empecé a jugar con él como pelota de pin pon, lo molía para harina de chuño, hasta empecé a preparar el mejor chairo, sopa de chuño. Pensé en mi madre, ella es la que siempre trae el chuño, por eso la confronté: 

Le dije: -Ma, tenemos que desaparecer ese chuño. 

Me responde: – Hija, ese chuño es lo que nos ha dado de qué comer. 

Me cayó, el veinte, en 2 segundos, empecé a llorar y dije:  

-Ma, eres muy sabía.  

En la pandemia, varias familias se las ingeniaron  para racionar los alimentos y quizá, hasta reducir o negar  la ingesta de algunos,  como carne de res o pollo que fue el caso de mi familia o de comprar  constantemente en el mercado o centros de abasto. 

Recientemente iniciando agosto, mes de la Pachamama, un día cualquiera atendiendo el negocio familiar “Pensión Juanita”, uno de mis caseros,  comensales, me dijo:  

– Él que no come chuño, se olvida de hablar aymara. 

Me movió la cabeza, cómo es posible que alguien que no coma chuño ya no  hable aymara. Tras unos días de reflexión y análisis saque la siguiente  conclusión, es una metáfora, es decir, el que no come chuño es como si no se  recordara sus raíces, de donde viene, ya sea de una comunidad aymara o  quechua. Por consiguiente, las raíces aymaras, se encuentran en actos  culturales, expresados en cosas cotidianas como el hablar en aymara, lengua  materna de la región del altiplano andino, y también el consumo de chuño o  tunta, que suele ser tan arraigado al proceso de cosecha  de papa en comunidades indígenas en su mayoría, que continúan siendo aymara parlantes.  

En el altiplano el chuño se escoge después de la  cosecha y se pone en la helada. Gracias a las costumbres que los  pueblos aún conservan, es una respuesta al cambio climático en cuestiones  alimentarias, ya que no necesitan heladeras. Aprovechan cada elemento  al máximo. 

Bibliografía 

Callizaya Huanca, Sumilda (2021). Valor nutricional del chuño de tres  variedades de papa en la localidad de Viacha, La Paz. Tesis de grado,  Universidad Mayor de San Andres. https://bit.ly/3DOpQjP 

Condori, Dionisio (1992). Tecnología del chuño. Boletín del IDEA. PUNO – PERU, Vol. 2 (42), 70-97.https://bit.ly/3Qw7600 

Fonseca C., Huarachi E. y Ordinola Miguel (2011). Una experiencia de innovación tecnológica y difusión en la producción artesanal de la papa deshidratada. Revista Latinoamericana de la Papa, Vol. 16 (1), 99-127. https://bit.ly/3QtcYHz Gil, Inma (2017, junio 13). Chuño, el secreto milenario de los Andes para lograr  que una papa dure 20 años. BBC Mundo.https://bit.ly/3Yp2k6F

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