¿Son las llamativas criptomonedas perjudiciales para nuestro ambiente?

Por: Tomás Quiroga, Argentina

A primera impresión, cualquiera afirmaría que la irrupción de las criptodivisas generaría un cambio favorable con respecto a la contaminación de nuestro planeta, pero se puede comprobar que esto no sucede así. 

Es verdad que, al tratarse de un tipo de cambio digitalizado se distingue de los billetes, por ejemplo, por no depender del talado de árboles para su fabricación, ni tampoco del uso masivo de máquinas que conllevan a un gran gasto energético. Todo ello, para la creación de billetes que tienen valor sólo porque nosotros se los damos. Todos saben que es cuestión de tiempo para que cualquier tipo de moneda física, sea reemplazada por monedas virtuales, que permanecen en nuestra billetera virtual, consecuencia del creciente mundo digitalizado al cual nos estamos adentrando.

Bien está decir que, aunque las criptomonedas puedan ser el tipo de cambio del futuro, no son eco amigables cómo se las considera, ya que tienen repercusiones en el ambiente que no se pueden dejar de lado a pesar de lo favorable que sea adquirir una de estas monedas. Al igual que cualquier tipo de cambio actual, necesita ser fabricado, en el caso de los billetes a través de máquinas de impresión, pero para crear una criptomoneda cualquiera puede contribuir al proceso. Para esto, se necesitan los llamados mineros —usuarios que se encargan de producir códigos hash,  una función matemática que asigna un dato de entrada de cualquier tamaño a otro dato de un tamaño fijo— utilizando dispositivos con un software especial para  validar y agrupar las transacciones, hechas por los usuarios dentro de la red determinada. Esta se encuentra dividida en bloques que, posteriormente, serán unidos a la cadena de bloques conocida como Blockchain. Por el momento, no existe un banco central que emita este tipo de monedas, sino que cualquier usuario puede convertirse en minero.

Pero ahora aparece el problema…

Al minar se debe tener el dispositivo que sortee estos códigos en constante funcionamiento, lo que produce un gasto de energía eléctrica abrupto e incluso sorprendente. En perspectiva, el gasto actual de energía para la producción del Bitcoin, supone un gasto mayor que el de países como Bielorrusia o Dinamarca. Además, si se considerara a estas criptodivisas como a un país, se encontrarían en el puesto 41 de naciones que más energía eléctrica consumen anualmente. Según datos recogidos por la Universidad de Cambridge, se comprobó que en los últimos meses el Bitcoin consume más energía que Argentina. El consumo de energía del país sudamericano es de 120 teravatios por hora, superados por los 148 teravatios por hora que son consumidos por la red de Bitcoin. Extraído de: La huella que deja el Bitcoin en el medio ambiente amenaza el futuro de la divisa

Otro dato importante es que la huella de carbono, producida por la minería de las criptomonedas, anualmente ronda los 37 millones de toneladas de dióxido de carbono, esto es comparable con lo producido por Nueva Zelanda. A modo de ejemplo, una transacción efectuada de Bitcoin generaría una cantidad de dióxido de carbono comparable a 706.765 pases de una tarjeta de crédito Visa. 

Aunque resulte alarmante la contaminación producida por la minería de criptomonedas, hay soluciones para esta situación que están siendo discutidas por figuras como Elon Musk, quien tiene la iniciativa de conformar el Consejo de minería del Bitcoin. Por su parte, el Energy web, en conjunto con una serie de mineros de bitcoin, están desarrollando un software que saque ventajas de la tecnología blockchain para poder detectar en tiempo casi real la huella de carbono emitida por la red de Bitcoin.

Recién están saliendo a la luz ideas para contrarrestar esta problemática, es cuestión de tiempo para que se desarrollen soluciones a corto y a largo plazo, por lo que no se debe perder la esperanza y, en caso de realizar sacrificios o aportar un granito de arena, hacerlo por la salud de nuestro planeta. Considero que los que más dificultades enfrentan son los países en vías de desarrollo, quienes no cuentan con posibilidades de generar energías renovables de forma inmediata. Aún así, esto puede ser un incentivo para estos países a imitar a naciones que hacen un uso abundante de energías renovables para satisfacer las necesidades de su población. El futuro está a la vuelta de la esquina, depende de nosotros si queremos aprender de nuestros errores y enfocarnos en que ese futuro sea con medidas y prácticas que contribuyan a combatir los problemas medio ambientales.

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