¡Recuperémonos Mejor! Un llamado de la juventud, para construir un futuro poscovid resiliente al cambio climático

Por: Elizabeth Garcia, Juan Sierra, Nataly Siza y Camila Vargas (Colombia)

Sin duda alguna el 2020 ha sido un año con muchos retos para la humanidad, el impacto del COVID-19 desde sus dimensiones políticas, sociales y económicas nos confirma una vez más la fragilidad de nuestros sistemas frente a escenarios de cambio, lo que sugiere a su vez que es importante prepararnos para lo que se avecina. El futuro estará marcado por dos eventos simultáneos: una crisis económica y otra climática. Esto sin olvidar que aún hay que seguir lidiando con la contención del virus y los efectos de este sobre el quehacer humano. Esta época de incertidumbre nos ha permitido cuestionar la capacidad del Estado colombiano para gestionar respuestas inmediatas y articuladas a nivel territorial, no solo evidenciando problemas de gobernabilidad sino de una visión cortoplacista presente en las instituciones del país. La inmediatez de la situación sanitaria que vivimos no puede invisibilizar la urgencia de fortalecer medidas frente a la crisis climática, de hecho hay que hacer todo lo contrario, apostarle a las medidas climáticas como una solución poscovid que nos permita  replantear la gobernanza e identificar las necesidades de cada territorio para tomar soluciones adaptativas basadas en la naturaleza y sobre todo justas.

El Cambio Climático es una variable que agudiza la crisis sanitaria que vivimos en estos momentos. Por una parte, la contaminación atmosférica repercute en la calidad del aire de los centros urbanos e incrementa la susceptibilidad de contagios por COVID-19. Por otra parte, la pérdida de biodiversidad, que rara vez relacionamos a nuestro bienestar, es una importante barrera biológica que nos hace menos susceptibles a los patógenos y permite nuestro acceso a recursos vitales como el agua. En Colombia según el Instituto Humboldt, la biodiversidad ha disminuido en un 18% a causa de la pérdida y transformación de hábitats naturales. Situación que nos deja en un estado vulnerable frente a los retos climáticos y sanitarios que tenemos, por eso es vital proteger la biodiversidad en Colombia entendiendo su papel fundamental para el bienestar futuro. Y es que esto no solo obedece a estar mejor parados frente a una pandemia mundial, la protección de la biodiversidad también es fundamental para contrarrestar la crisis climática, una crisis que alcanza dimensiones considerablemente más preocupantes que las que hoy vivimos con la pandemia.

La crisis climática es el producto de exceder los límites planetarios, y como consecuencia de esto presenciamos pérdidas económicas, de biodiversidad y  vida humana. Evidenciando no solo los efectos más devastadores de la escasez de recursos sino también de la agudización de fenómenos naturales como inundaciones, derrumbes, sequías, entre otros. La evidencia a lo largo del tiempo relacionada con los cambios del clima, nos sugiere que las dimensiones de esta crisis sobrepasan los efectos de la pandemia que hasta el momento hemos vivido. Lo anterior, nos lleva a preguntarnos si deberíamos declarar una emergencia, así como lo hacemos ahora con el COVID-19, pero esta vez climática. En Colombia, a nivel regional, se han visto esfuerzos por hacer esto: en Antioquia se declaró la emergencia climática debido a la contaminación del aire y la deforestación, mientras que Bogotá, Cali, Norte de Santander y Medellín, comunicaron entre  enero y febrero de este mismo año estados de alerta por la calidad del aire. Además, en Bogotá se presentó hace unos meses un Proyecto de Acuerdo para declarar la emergencia climática en el Distrito. Es inevitable, tenemos que replantear el rumbo hacia un desarrollo compatible con el clima y los límites planetarios.

Ahora bien, la salud y el clima no son las únicas variables en el problema, la formación de Estado en Colombia se ha caracterizado por la desigualdad de oportunidades en sus territorios, por la falta de presencia institucional en los mismos y el conflicto interno que ha marcado en gran medida el rumbo del desarrollo en el país. Las brechas de desigualdad se han hecho evidentes con mayor facilidad en medio de la pandemia, siendo esto un presagio de la disparidad con la que las comunidades más vulnerables afrontarán (o ya están afrontando) las consecuencias del cambio climático. Paradójicamente, un país con innumerables oportunidades para el desarrollo sostenible en los territorios, hoy día es un país tan desigual. La lucha por disminuir la inequidad, erradicar la violencia y la pobreza, son asuntos que se hacen más necesarios que nunca, y la pospandemia no nos puede retroceder en estos asuntos. Desde la juventud consideramos que la acción climática es la herramienta más útil para poder atacar los problemas tanto sanitarios como de injusticia social que hoy más afectan a Colombia, preparándonos al tiempo para enfrentar los peores escenarios de la crisis climática. Un ejemplo de acción climática como medida de recuperación, se puede explicar desde la migración de una economía extractiva hacia una economía renovable y sostenible, basada en la biodiversidad y la conservación. Esto no solo generaría nuevos empleos, también mejoraría la calidad de vida y reduciría la susceptibilidad de los mismos ante futuras crisis.

Los jóvenes hacemos un llamado: ¡recuperémonos mejor!, busquemos que la sostenibilidad sea un principio fundamental para la recuperación poscovid y guiemos nuestras medidas de reactivación por la resiliencia frente al clima y la justicia social.

La autoría de este artículo se adjudica a un trabajo colaborativo y solidario entre diferentes activistas de la organización juvenil PactoXElClima, buscando unificar las voces juveniles sobre los asuntos climáticos e incidir en la opinión pública. Entre quienes hicieron parte de este escrito se encuentran:

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