Fuente: laverdad.es

¿Puede un insecto cambiar el mundo?

Por: Nuvola Cipressa, columnista de Youth Press Agency
Traducción por: Wendy Toro

Recientemente, la opinión pública se ha visto envuelta en un amplio debate sobre el futuro de nuestra alimentación y la posibilidad de incorporar insectos y sus derivados a nuestra dieta diaria.

El debate sobre el futuro de nuestra dieta se inició el 3 de enero de 2023, día en que se incluyó una controvertida norma en el Reglamento de Ejecución 2023/25 de la Unión Europea (UE) que permite la comercialización de polvo de grillo doméstico en el mercado alimentario. La decisión ha generado diversas reacciones en la sociedad europea, dividida entre quienes están de acuerdo y quienes se muestran reticentes y escépticos ante un paso tan arriesgado.

Por mucho que la norma pueda dejarse sin valor jurídico, en realidad forma parte de un proyecto en el que la UE lleva años trabajando. El 1 de junio de 2021, la Comisión Europea ya había adoptado un acto jurídico en el que autorizaba el comercio de alimentos para el Tenebrión Molinero, también conocido como gusano de la harina. Al tomar esta decisión, también fue necesario un cambio en la etiqueta de los alimentos. Se añadió a la lista de alérgenos la presencia de insectos, además de huevos, leche, pescado y otros. De hecho, el acto jurídico identifica los requisitos de etiquetado para los productos que contendrán los llamados nuevos alimentos, es decir, cualquier producto alimenticio que no se consumía ampliamente en la UE antes del 15 de mayo de 1997. El 12 de noviembre de 2021, fue en cambio el momento de la langosta migratoria, el segundo nuevo alimento aprobado por la Comisión Europea. La langosta migratoria es un miembro de la familia Acrididae y se comercializa en tres formas: congelada, seca y liofilizada.

La UE ha recibido muchas otras solicitudes de autorización para consumir distintas variedades de insectos. La EFSA Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) es la encargada de evaluar qué tan seguro es el producto para su consumo. Una vez se haya hecho esto, el proyecto de ley pasará a votación al Parlamento Europeo. En Italia, recientemente se planteó un debate al respecto que se centra principalmente en cuáles son los métodos permitidos de producción de este tipo de alimentos y cuáles serán sus medidas de control, ya que la mayoría de estos productos provienen de países como Vietnam, Tailandia y China.

Antes de centrarnos en los posibles obstáculos a esta innovación, conviene conocer a fondo los motivos que han llevado a la UE a aprobar esta normativa. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en todo el mundo se consumen más de 1.900 especies diferentes de insectos. Sin embargo, en Occidente y en particular en los países desarrollados el consumo de insectos es extremadamente escaso. A este sesgo contribuye sin duda el peso de tradiciones culturales diversas y distantes de las orientales; sin embargo, esto no excluye que pueda haber una serie de prejuicios alimentados por la falta de conocimientos e información sobre el tema.

Optar por introducir insectos en nuestra dieta podría tener un enorme impacto en la reducción de nuestra huella en el planeta, ya que permitiría reducir drásticamente el consumo de carne de ganado bovino y, por tanto, eliminar algunas de las explotaciones ganaderas intensivas responsables de graves efectos en nuestro ecosistema. Los insectos, si se introducen de forma juiciosa y mesurada, también aportan a nuestro organismo la importantísima vitamina B12, que a menudo perjudica a veganos y vegetarianos. Así, será más seguro y sostenible eliminar la carne de vacuno de nuestra dieta. 

Un ejemplo de los posibles beneficios que podríamos obtener de esta elección, lo extraemos del caso de unos granjeros de Viterbo, Italia, que desde 2019 alimenta a sus pollos y gallinas con harina de insectos para abaratar el coste de las materias primas y eliminar las dificultades de transporte. Esto demuestra cómo ampliar el mercado de alimentos para incluir insectos, ya que puede ser la clave para crear una economía circular basada en recursos locales. Esto teniendo en cuenta que, sus materiales están fácilmente disponibles para los agricultores en muchas partes de Italia. 

Sin embargo, los beneficios sociales, ambientales y económicos de la introducción de insectos en la alimentación parecen no ser suficientes, no sólo para una parte de la opinión pública, sino sobre todo para derribar ciertas barreras impuestas por las fuerzas políticas en Europa e Italia. La ministra de Agricultura italiana, ha hecho el siguiente pronunciamiento, cerrando el paso al comercio y desarrollo de la carne artificial en Italia: “Garantizo que mientras estemos en el gobierno del país, ningún alimento creado artificialmente en un laboratorio llegará jamás a las mesas de los italianos”, dijo durante un turno de preguntas en el Senado. 

La orientación política que subyace a tal postura radica en querer defender los valores y la cultura nacionales sin tener en cuenta la posibilidad de mediación entre éstos y la sostenibilidad a largo plazo del sistema alimentario y económico italiano. Este ejemplo de oposición demuestra cómo el conservadurismo político en estos casos tiene como objetivo proteger y aumentar los beneficios de las empresas de productos animales reticentes a la reconversión y la evolución.

Al tratarse de una innovación en nuestra sociedad, existen muchas dudas e incertidumbres, pero no debemos olvidar que en esto tenemos la tecnología y el progreso de nuestro lado: mantener y garantizar la seguridad y los estándares sanitarios adecuados es posible con un mínimo esfuerzo inicial, lo que nos llevará a realizar un gran gesto para nuestro futuro.

Por lo tanto, es bueno que el debate no se polarice simplemente en los pros y los contras de esta elección, sino que avance hacia una mediación y experimentación progresivas. Todavía hay que resolver muchos detalles sobre las implicaciones de permitir el comercio de insectos, entre otros el funcionamiento de las granjas de insectos y su transporte. Sin embargo, como al principio de cualquier gran proyecto, la mejor decisión es sin duda empezar a aplicarlo a modo de prueba, permitiendo ajustes y modificaciones. Esto, no obstante, es competencia del gobierno. Nosotros, como sociedad, podemos apoyar estos proyectos informándonos y abriéndonos a nuevas propuestas y juicios en nombre de un futuro más sostenible.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *