Mirada hacia el futuro: ¿qué podemos hacer para prevenir otra pandemia?

Por Belén López Mensaque (Argentina)

La vacunación contra la COVID-19 ya se realiza en varios países y podría ser un respiro para la humanidad frente a la situación actual. Sin embargo, expertos afirman que si las sociedades no cambian su relación con la naturaleza, las pandemias serán cada vez más frecuentes, más mortales y más costosas ¿Estamos a tiempo de cambiar esta predicción?

Sin estrategias de prevención, las pandemias surgirán más frecuentemente, se expandirán con más rapidez, mataran a más personas y representarán mayores costos para la economía mundial. Esa fue la conclusión del informe del workshop realizado por IPBES, la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas. Según el mismo reporte, se cree que existen 827 mil virus desconocidos con potencial de infectar a humanos. 

El informe apunta además, que la clave para prevenir futuras pandemias está en la relación humano-naturaleza. En esa línea el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente señala que el 75% de las enfermedades infecciosas emergentes son transmitidas de animales a humanos, como ocurrió con la COVID-19, de allí la importancia de la relación de las sociedades con el mundo natural. Este tipo de transmisión es conocido como zoonosis, la pandemia actual es el ejemplo más reciente de una de ellas, pero según la Organización Mundial de la Salud (OMS) hay más de 200 zoonosis conocidas. Otros ejemplos son el Ébola, el VIH Sida, el SARS y el Zika.

Zoonosis: enfermedades que pasan de animales a humanos

“Cada vez estamos más en contacto con la naturaleza, extendemos más allá los límites de la ciudad, nos adentramos más en el mundo natural, y así empezamos a tener contacto con parásitos y patógenos, que siempre estuvieron asociados a otros seres vivos”, así define las zoonosis Gabriel Orso, biólogo y miembro de Runachay Fauna, una comunidad de biólogos argentinos dedicados a la educación y concientización para la conservación del ambiente.

Por otro lado, la bióloga y ecóloga argentina Irene Wais señala que el ser humano moderno, que vive en las ciudades, no está habituado al contacto directo con la naturaleza y al extender las fronteras de la urbanización y la frontera agropecuaria, se expone a patógenos desconocidos. “Si estamos cerca de la vida silvestre, destruyendo su hábitat, hay muchas más probabilidades de que los virus de los animales nos salten a nosotros”, subraya.

¿Cómo se originan las zoonosis?

Hasta el momento se cree que la COVID-19, provocado por el virus SARS-CoV-2, tuvo un origen animal en los mercados húmedos de Wuhan, China; donde los animales se exponen vivos y en pésimas condiciones de higiene, así lo afirmó la última misión de la OMS. Si bien al principio se había señalado al murciélago, todavía no se sabe con seguridad cuál fue el animal transmisor y si hubo un huésped intermedio entre éste y los humanos.

En relación con este origen que tuvo la COVID-19, en redes sociales y en medios de comunicación se habló sobre el virus “chino”. Los especialistas sostienen que aunque es cierto que la enfermedad se originó allí, hay muchas otras causas que favorecen el surgimiento de las zoonosis, de las que no solo el país asiático es responsable. El problema no está en el país o continente, sino en el tipo de actividades vinculadas al mundo natural.

Al respecto, un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (más conocido como WWF por sus siglas en inglés) señala que la pérdida de especies, la destrucción de hábitats naturales, el tráfico de animales y la intensificación de la agricultura y la ganadería también son factores que favorecen la propagación de las zoonosis; todas actividades humanas. 

Como explica Orso, en la cría intensiva de animales, éstos son más susceptibles a contraer enfermedades, que luego podrían pasar a los humanos: “Al tener a todos los animales juntos en condiciones pésimas, que se alejan muchísimo de lo natural, lo que haces es estresar a los animales. Al estresarlos, naturalmente se les bajan las defensas, y  quedan propensos a un montón de enfermedades”. Lo mismo ocurre con el tráfico de animales, donde en la mayoría de los casos las especies son trasladadas en malas condiciones, que también favorecen una baja en sus defensas.

Algunas de estas actividades que facilitan la aparición de zoonosis están interrelacionadas: “Para extender la frontera agropecuaria, para cultivar monocultivos o para poner granjas de animales, se talan selvas y bosques”, señala Wais. Así, el avance de la frontera agropecuaria genera también la destrucción de hábitats.

El cambio climático también tiene su rol en el surgimiento y propagación de las zoonosis, por diferentes motivos. El informe de la WWF señala uno de ellos: “Las olas de calor y los períodos con altas temperaturas prolongan las temporadas de riesgo de incendios, que cada vez son más voraces y destructivos, con la consiguiente pérdida de ecosistemas forestales”. Asimismo, el citado reporte de IPBES apunta que el cambio climático podría generar nuevos riesgos pandémicos al favorecer las movilizaciones de personas y animales silvestres.

Soluciones: qué hacer para evitar una próxima pandemia

A pesar de la situación actual, especialistas y organismos internacionales son optimistas en torno al futuro, y coinciden en que el momento de actuar para evitar futuras pandemias es ahora. Tal como señala IPBES, hasta el momento la estrategia de los países para controlarlas ha sido implementada una vez que éstas ya han emergido y se basan principalmente en la búsqueda de una vacuna o un tratamiento; en vez de centrarse en la prevención. Sin dudas, la aparición de una vacuna es una buena noticia, pero no implica una solución de fondo y a largo plazo, “la vacuna va a ser salvadora hasta cierto punto para salir de esta situación” señala Wais. 

Tanto el Programa de Naciones Unidas como la WWF señalan que conservar el equilibrio y la salud de los ecosistemas es imprescindible para prevenir futuras pandemias. En específico, el informe de la WWF señala que es necesario frenar la extinción de las especies, conservar los ecosistemas naturales y luchar contra el cambio climático. 

Además, los expertos consultados plantean que es necesario repensar nuestra relación con el mundo natural y que la educación ambiental es la clave para la transformación. En este sentido, la bióloga Ana Tomba de Runachay Fauna expresa: “La educación es la única forma de que la gente aprenda, que se identifique, que se sienta parte del ecosistema y no algo separado”. Además, apunta que es importante educar en que somos un animal más en el planeta, pero que también somos el único animal capaz de tomar las decisiones para salvar al resto de los animales, y a nosotros mismos.

Las acciones a nivel individual que se pueden realizar son variadas: reducir la huella de carbono cambiando el auto por la bicicleta; involucrarse en organizaciones ambientalistas; participar del debate público; consumir menos en general; etc. “Una muy buena forma de empezar es cuestionarnos, cuestionarnos a nosotros mismos, nuestros hábitos y después cuestionar a nuestro entorno, a las instituciones, a los políticos”, expresa Maria Cecilia Quaglino, activista, creadora de la comunidad eco.deconstrucción y voluntaria en Climate Reality y Global Shapers, dos organizaciones que trabajan para generar un cambio positivo en materia ambiental. Quaglino señala también que es bueno registrar cuáles son nuestros hábitos y qué impacto están generando en el ambiente y que “no hay recetas que sean mágicas, sino que cada cual va a encontrar su manera de empezar. Hay gente que se siente más cómoda empezando con una transformación alimentaria, otras con la separación de residuos”.

Los biólogos Wais y Orso coinciden en que para lograr un cambio que ayude a evitar futuras pandemias, aquello que cada persona realice debe ir siempre acompañado de políticas públicas. “Las acciones individuales son muy importantes, pero no son suficientes, porque si no hay una regulación, una política pública del Estado que haga cumplir las leyes, las acciones individuales no alcanzan”, concluye Wais.

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