Los grupos ambientalistas y su papel en la movilización social

Por: Leidy Jhoanna Cifuentes Gómez* (Colombia)

Foto: Comisión de la Verdad

El presente ensayo pretende presentar algunos planteamientos vinculados con la relevancia de los grupos ambientalistas y la importancia que tiene para la sociedad el sumar a más voces a este tipo de procesos colectivos, como una forma de respuesta ante la actual crisis civilizatoria y de valores que vivimos en la actualidad. Para este propósito, se aborda la historia del surgimiento de los movimientos ambientalistas a nivel global, se retoma el discurso de la sustentabilidad desde la perspectiva latinoamericana, se presentan brevemente algunas consideraciones vinculadas con los movimientos por la justicia climática que ha surgido recientemente, se plantean algunos de los desafíos a los que enfrentan actualmente y se finaliza con un llamado a sumarse como parte de estas colectividades, considerando el papel que tenemos como sujetos activos de la sociedad.

Para iniciar, valdría la pena mencionar que aunque las preocupaciones vinculadas con las problemáticas ambientales se podrían remontar varios siglos atrás, fueron algunos episodios históricos -iniciando desde siglo XIX- los que dieron paso al surgimiento de los movimientos ambientalistas en todo el mundo, los cuales han logrado posicionar diversas formas de entender la relación ser humano-naturaleza, así como nuestra relación con el otro, el diferente.

La Sociedad Estadounidense para la Prevención de la Crueldad contra los Animales creada en 1866, puede citarse como la primera organización ambiental de la historia, al menos a nivel nacional, a la cual le siguieron otras enfocadas en diversas temáticas como la segunda guerra mundial o la energía nuclear, cuyos principales focos de emergencia fueron Europa y Norteamérica (Giugni & Grasso, 2015).

El libro de Rachel Carson “Primavera silenciosa” publicado en 1962, sin lugar a dudas marcó un precedente al respecto, al conseguir movilizar conciencia y cambiar la opinión sobre el uso de los pesticidas, debido a su perjuicio para el medio ambiente y la salud humana (Pérez-Criado, 2017). Luego, tras la creación del Club de Roma en 1970, se publica el informe sobre los límites del crecimiento (1972) donde se establecía que si se mantenían las tendencias actuales de crecimiento y agotamiento de los recursos, el planeta llegaría a sus límites en los próximos cien años, provocando que la población entrara en decadencia y casi extinción (Farrera Bravo, 2010).

Ante estas publicaciones que lograron movilizar a la agenda pública y a la ciudadanía, empiezan a surgir decenas de movimientos ecologistas repartidos por todo el mundo, a los que se suman organizaciones internacionales preocupadas por la alarma suscitada. De esta forma, se dio paso a la realización de la Conferencia de las Naciones Unidas de Estocolmo en 1972, siendo la primera que se convocaba para discutir sobre el entorno y el medio ambiente humano, logrando entre sus resultados la creación del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) (Farrera Bravo, 2010). Por esos mismos años, se crearon algunas organizaciones conocidas como Amigos de la Tierra, Greenpeace, Birdlife y WWF, dando paso también a la aparición de opciones con enfoque ambientalista dentro de la política institucional, incluido el primer diputado verde en un parlamento estatal en Suiza en 1974 y la posterior creación del partido verde alemán en 1979 (Herrero, 2014).

Por esos mismos años, se crearon algunas organizaciones conocidas como Amigos de la Tierra, Greenpeace, Birdlife y WWF, dando paso también a la aparición de opciones con enfoque ambientalista dentro de la política institucional…

Ya en 1979 se celebra la primera conferencia mundial sobre el clima; en 1988 se crea el Panel Intergubernamental de Expertos sobre cambio climático (IPCC); en 1990 se publica el primer informe de evaluación del IPCC y se celebra la Segunda Conferencia Mundial sobre el Clima donde se pide un tratado global sobre cambio climático; en 1992 se convoca a la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro (Brasil) con presencia de hasta 172 gobiernos de países de todo el mundo, que logra la firma de tres convenios internacionales, siendo el más importante el que da lugar a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) que entra en vigor en 1994 y que da paso a la celebración en 1995 de la primera COP (Conferencia de las Partes, por sus siglas en inglés), la cual es el órgano supremo de la Convención (UNFCCC, s.f.).

Posteriormente, en el marco de la COP3 en 1997 se logra la firma del Protocolo de Kioto que compromete a los países industrializados y a las economías en transición a limitar y reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de acuerdo con los objetivos individuales acordados (UNFCCC, s.f.). Luego, en 2009 se celebra la COP15 en Copenhague con la esperanza de un nuevo acuerdo global, el cual no logró el consenso (UNFCCC, s.f.). Finalmente, en el 2015 durante la COP21 se celebra un nuevo acuerdo global conocido como el Acuerdo de París, que plantea como objetivo principal “limitar el calentamiento global muy por debajo de 2, preferiblemente a 1,5 grados Celsius, en comparación con los niveles preindustriales” (UNFCCC, s.f.).

Paralelamente a estos episodios y a las discusiones que se dieron a lo largo de todos estos años, en diversas partes del planeta siguieron surgiendo grupos y movimientos ambientalistas liderados principalmente por la sociedad civil y caracterizados por la diversidad de temáticas que abordaban: conservación de la naturaleza, derechos de los animales, cambio climático, oposición a la energía nuclear, entre muchos más (Giugni & Grasso, 2015).

Toda esta heterogeneidad de movimientos, sin duda dio paso a diversidad de posturas o lo que denomina Dryzek en su libro “Politics of the Earth” como discursos ambientales. Según el autor, quien propone ocho discursos divididos en cuatro categorías “cada discurso se apoya en supuestos, juicios y argumentos que proporcionan los términos básicos para análisis, debates, acuerdos y desacuerdos en el área ambiental”, siendo entendidos como “formas compartidas de aprehender el mundo” (Dryzek, 1997, citado en Dryzek, 1998, p. 65).

Dentro de los discursos y categorías propuestas, una de las más recientes y que llama más la atención es la de sustainability (que puede ser traducida como sustentabilidad o sostenibilidad), la cual es caracterizada por su propósito de “disolver los conflictos entre valores ambientales y económicos que dinamizan los discursos de resolución de problemas y límites” (Dryzek, 1998, p. 66).  No obstante, en contraste con esta definición que dentro de los países de habla hispana podría vincularse con el concepto de desarrollo sostenible, se prefiere referirse al de desarrollo sustentable o sustentabilidad, el cual presenta unas diferencias notables respecto a la posición ideológica que defiende y cuyo impulso se puede rastrear como una apuesta que se opone a la perspectiva economicista dominante que fue siendo posicionada por los países desarrollados.

Toda esta heterogeneidad de movimientos, sin duda dio paso a diversidad de posturas o lo que denomina Dryzek en su libro “Politics of the Earth” como discursos ambientales…

Para referirse a la sustentabilidad, se retoman varios de los planteamientos que recogen Rivera-Hernández y otros (2017) que integran los aportes de autores latinoamericanos como Enrique Leff, Carlos Barrios Napurí, entre otros, quienes plantean lo sustentable como algo que va más allá de lo económico y que en su visión más integral, plantea una posición ética frente a la vida y al ambiente, en busca del bien común. Alineado con esta visión, Barkin (1988) define la sustentabilidad como “(…) un proceso más que un conjunto de metas bien específicas e implica una nueva forma de relacionarse con la naturaleza, la economía y la sociedad” (p. 25, citado en Rivera-Hernández y otros, 2017), siendo así mismo vinculada a una visión que conduce a la participación de las personas desde marcos de justicia social, derechos humanos, diversidad cultural y respeto al ambiente, abogando además por la distribución de las riquezas, la participación política y la gobernanza democrática (Rivera-Hernández y otros, 2017).

De esta forma, se podría decir que la sustentabilidad encuentra sentido en algunas luchas que se han venido posicionando en la región latinoamericana y que han dado lugar a la emergencia o consolidación de movimientos enfocados en temas como la justicia ambiental y la justicia climática. Según Mohai, Pellow & Roberts, (2009) estos movimientos defienden que los impactos negativos en términos ambientales o del cambio climático, afectan de manera diferencial a las comunidades más pobres, por lo que las discusiones en torno a la raza y a la clase tienen una importancia significativa, pues atienden tanto a la distribución desigual de los recursos, como a la segregación que sufren estas comunidades.

Foto: Hojas al viento

Para hacer referencia a este tema, quisiera resaltar el gran auge que ha tenido la justicia climática como un llamado de miles de organizaciones, colectivos y sociedad civil en general, especialmente visibilizado como movimiento en las grandes cumbres internacionales, donde destacan las COP, siendo la COP15 en Copenhague uno de los escenarios de mayor posicionamiento de este discurso, debido al fracaso percibido de esta conferencia frente a las negociaciones de los países sobre el cambio climático y por lo tanto, sobre el futuro del planeta.

En este sentido, aunque son los gobiernos y los líderes mundiales los que aún mantienen el control en espacios como las conferencias de Naciones Unidas sobre el cambio climático y son diversos los colectivos ambientalistas que han atribuido la mayor responsabilidad a gobiernos, multinacionales o entes internacionales sobre la crisis climática actual, son muchos también los grupos que paralelamente a este planteamiento reconocen las responsabilidades de la ciudadanía frente a esta crisis y generan propuestas de solución en el marco de una visión de una ciudadanía activa.

Las voces de jóvenes, mujeres, indígenas y en general de la sociedad civil, cada vez más son escuchadas por la presión que generan en estos espacios y por la labor que realizan en sus propios contextos locales. Esta presión, no sólo ha sido sobre los  gobiernos, sino que también han hecho contrapeso a los grupos impulsores de los combustibles fósiles, que buscan influenciar las negociaciones, por lo que sin la participación de estas colectividades, seguramente los resultados hubieran sido mucho menos ambiciosos e irresponsables.

Este año, la COP 26 celebrada en Glasgow (Escocia) no fue la excepción y se convirtió en un nuevo escenario en donde los grupos ambientalistas -con un gran liderazgo de las juventudes- movilizaron un fuerte llamado por la justicia climática. La discusión sobre este tema, además de poner el acento en la desigualdad de los costos del cambio climático, ha posicionado el discurso sobre la falta de acceso a la participación en la toma de decisiones, sobre la injusticia de género y en general, sobre la conexión existente entre el cambio climático y los derechos humanos (France24.com, 2021).

Foto: El Tiempo

De los temas impulsados desde los grupos ambientalistas en la COP 26, se destaca el de pérdidas y daño y el de la necesidad de la ratificación del Acuerdo de Escazú. En el caso de las pérdidas y daños, definidas como “los impactos a los que las personas no pueden hacer frente o adaptarse, que causan daños irreparables o pérdidas irreversibles” (Koko Warner y otros, 2012, citado en la ruta del clima, 2021) se buscaba garantizar apoyo y financiamiento para los países y territorios más impactados por el cambio climático, siendo un llamados de las islas pequeñas y los países del Sur Global más vulnerables (Climate Action Network, 2021; LDYouth, 2021). Respecto al segundo tema, sus principales impulsores fueron grupos latinoamericanos que buscaban llamar la atención sobre la necesidad de la ratificación de este acuerdo regional, con el que se busca garantizar la participación pública, el acceso a la información y el acceso a la justicia en asuntos ambientales (CEPAL, 2018), destacando la difícil situación de líderes y lideresas socioambientales que en los últimos años han venido siendo asesinados por su labora de defensa del territorio.

Lo anterior es muestra de la importancia que tiene la participación de los grupos ambientalistas en este tipo de espacios de discusión y toma de decisiones, por su papel en el seguimiento y control que hacen sobre los compromisos que allí se proponen, en la promoción de espacios de construcción, en la búsqueda de la transparencia en todos los procesos y por supuesto, en el posicionamiento de algunos temas en las negociaciones.

De esta manera, uno de los mensajes claves que quisiera resaltar es que el impulso que han venido teniendo los grupos ambientalistas nos demuestra que el poder no está únicamente en nuestros gobernantes o en las grandes multinacionales, sino que como parte de estos colectivos podemos movilizar cambios transformadores e impulsar acciones que permitan derribar las barreras de acceso y el desbalance estructural que es común en espacios de toma de decisión en todos los niveles. Así mismo, resaltar el papel tan relevante que tienen estas organizaciones en posicionar enfoques más integrales para atender los desafíos actuales, incluyendo el llamado de la ciencia, la respuesta a las realidades locales y la inclusión de voces diversas en las discusiones.

Con todo esto, el llamado es entonces a convertirnos en parte activa de la sociedad como actores socio-políticos, no sólo a través de la participación como miembros de grupos ambientalistas, sino liderando estas colectividades, de tal forma que busquemos crear voluntad colectiva, tener presencia en la opinión pública, participar en los espacios de toma de decisiones para posicionar posturas desde marcos de justicia e inclusión social y de manera general, impulsar alternativas de solución ante la cada vez mayor incapacidad de los Estados de dar respuesta a los llamados de la ciudadanía.

*Estudiante del Doctorado Interinstitucional en Educación-DIE Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Para mayor información:

CEPAL (2020). Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe. Disponible en: https://observatoriop10.cepal.org/es/tratados/acuerdo-regional-acceso-la-informacion-la-participacion-publica-acceso-la-justicia-asuntos

Climate Action Network (2021). COP26 must deliver on loss and damage finance (ECO 1, COP26). Disponible en:  https://climatenetwork.org/2021/11/01/cop26-must-deliver-on-loss-and-damage-finance-eco-1-cop26/

Dryzek, J. S. (1998). The politics of the earth: Environmental discourses. Human Ecology Review, 5(1), 65.

Farrera Bravo, G. (2010). Partidos verdes y movimientos ecologistas. Matices del Posgrado Aragón, 5(12). Disponible en:  http://revistas.unam.mx/index.php/matices/article/view/25725/24217

France24.com (11 de noviembre, 2021). COP26, día 7: manifestantes de todo el mundo exigen medidas “audaces” contra la crisis climática. Disponible en: https://www.france24.com/es/medio-ambiente/20211106-manifestaciones-cambio-climatico-cop26-calentamiento

Giugni, M., & Grasso, M. T. (2015). Environmental movements in advanced industrial democracies: Heterogeneity, transformation, and institutionalization. Annual Review of Environment and Resources, 40, 337-361.

Global Witness (2021). Hundreds of fossil fuel lobbyists flooding COP26 climate talks (press release). Disponible en:  https://www.globalwitness.org/en/press-releases/hundreds-fossil-fuel-lobbyists-flooding-cop26-climate-talks/

Herrero, Y. (2014). Retos del movimiento ecologista ante la crisis global. Revista Andaluza de Antropología, 6, 99-119. Disponible en: https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/87004/yayo_herrero.pdf?sequence=1&isAllowed=y

La ruta del clima (2021). Pérdidas y daños en la COP26: una perspectiva centroamericana. Serie: Justicia climática en América Latina. Disponible en:  https://seors.unfccc.int/applications/seors/attachments/get_attachment?code=ZGXOJTBW6Q30I1BYGRWDWQLKC3YBWFOC

LDYOUTH (2021). Exigencias de la juventud para la COP26. Disponible en:  https://ldyouth.org/exigencias-de-la-juventud-para-la-cop26/

Mohai, P., Pellow, D., & Roberts, J. T. (2009). Environmental justice. Annual review of environment and resources, 34, 405-430.

Pérez-Criado, S. (2017). El legado de Rachel Carson. Revista Anales de Química (Vol. 113, No. 4, pp. 242-246). Disponible en: https://www.academia.edu/download/56969911/El_legado_de_Rachel_Carson_Publicado.pdf

Rivera-Hernández, J. E., Blanco-Orozco, N. V., Alcántara-Salinas, G., Houbron, E. P., & Pérez-Sato, J. A. (2017). ¿ Desarrollo sostenible o sustentable? La controversia de un concepto. Posgrado y Sociedad, Revista Electrónica del Sistema de Estudios de Posgrado, 15(1), 57-67.

UNFCCC (s.f.) History of the convention. Disponible en: https://unfccc.int/process/the-convention/history-of-the-convention#eq-2

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