Expectativas y exigencias para la conferencia egipcia sobre el clima

La edición no° 27 de la Conferencia de las Partes (COP27) comenzó el 6 de noviembre de 2022, en Sharm El-Sheikh – Egipto y acogerá a representantes de casi todas las naciones del mundo comprometidas a alcanzar un acuerdo sobre políticas de cambio climático; pero ¿cuáles son las esperanzas y objetivos de la sociedad civil para la COP27?

Por: Federica Dossi.

La COP27 comenzó oficialmente el 6 de noviembre, en la ciudad costera egipcia de Sharm El-Sheikh y continuará hasta el 18 de noviembre. Durante esta reunión anual, líderes mundiales, delegados y activistas de grupos climáticos se reúnen para encontrar formas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero – GEI – a nivel mundial de forma equitativa y respetar el compromiso del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global muy por debajo de los 2°C, preferiblemente a 1,5°C, en comparación con los niveles preindustriales.

Esta COP ha sido bautizada extraoficialmente como “la COP de la implementación”: las expectativas de la sociedad civil son muy altas, después de todo, en un mundo que ya ha alcanzado +1,1°C de calentamiento, no hay más tiempo que perder. Estas expectativas están bien resumidas en el boletín ECO, editado por un importante grupo de ONGs medioambientales pertenecientes a la Climate Action Network. La evidencia científica habla con claridad: el Acuerdo de París debe aplicarse en su totalidad y no puede haber espacio para la promoción de los combustibles fósiles. Fácilmente, estas expectativas están siendo defraudadas; a pesar de que las renovables son ya la fuente de energía más barata, los ministros del país anfitrión mantienen en sus discursos una discreta apertura al gas natural, visto como un “puente” hacia un futuro verde.

La COP27 es también la COP “africana” y esto sólo puede traducirse en una petición renovada a los países desarrollados, principales causantes de la crisis climática, para que cumplan sus promesas pasadas y establezcan mecanismos de financiación claros para compensar las “pérdidas y daños”. En efecto, las consecuencias de la crisis climática las sufren injustamente los países en desarrollo. Por último, los grupos ecologistas no dejan de insistir en que la justicia climática no puede separarse del respeto por los Derechos Humanos, un tema del que desgraciadamente no se hablará mucho, dada la presidencia egipcia de esta COP.

Aunque la ventana de la oportunidad se está cerrando rápidamente, la ciencia es clara y nos pide que no desesperemos: con las políticas adecuadas, todavía podemos cumplir el objetivo de 1,5°C del Acuerdo de París. Los ojos del mundo siguen puestos en Sharm El-Sheikh.

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