¿Es en los países más desarrollados más fácil llevar una vida sustentable y amigable con el ambiente?

Por Santiago Campeni, Fundación TierraVida.

En un reciente viaje que realice a España noté que, al menos en Europa, las posibilidades para llevar una vida más sostenible son mayores que las del ciudadano promedio de las ciudades latinoamericanas.

La variedad de transporte, ropa, opciones de alimento y otros insumos están a un mayor alcance de la población que en nuestro caso. A continuación analizaremos algunos casos que marcan algunos ejemplos de cómo las alternativas, están de manera más accesible en los países desarrollados. Como casos tomaremos las ciudades españolas de Madrid y Barcelona y la capital Argentina, Buenos Aires.

Si vemos el caso del transporte, podemos diferenciarlo en público y privado. Si hablamos del transporte unipersonal, la oferta de autos híbridos y eléctricos en los países desarrollados, es claramente mayor que lo que sucede en Latinoamérica. Es notable ver los modelos latinoamericanos en Europa pero en su versión híbrida o en menos casos eléctrica. Es el caso de la marca Toyota, líder a nivel mundial en la implementación de autos Híbridos, que en España cuenta con 9 modelos de vehículos con esta tecnología, siendo común verlos como taxis y patrullas, cuando en la Argentina apenas se está lanzando su segundo modelo con tecnología híbrida (Prius y Corolla). Esto se traduce en una calidad del aire empeorada en los países menos desarrollados y con tasas más altas de problemas respiratorios que en los países con acceso a medios de locomoción de emisiones más bajas.

En el caso del transporte público las cosas están un poco más igualadas. En la Ciudad de Buenos Aires el transporte público es usado por gran parte de los habitantes de la ciudad y de las personas que entran diariamente a la capital para trabajar. El subte, y los ya asentados metrobuses, garantizan una mayor velocidad que en el caso del automóvil. También en un perímetro del centro ya no se puede circular en vehículo y la popular calle Corrientes se transforma en peatonal de 19 a 2 horas. Tanto en el caso de Madrid como de Barcelona es posible moverse desde los aeropuertos hacia la ciudad mediante diversas opciones de transporte público, y en la ciudad esto se repite. En este caso también los vehículos son híbridos y en las paradas de transporte se ve publicidad que fomenta el uso de este para reducir las emisiones de CO2. Además los servicios de las redes de ferrocarriles son más comunes y hasta se usan para moverse dentro de las ciudades. En el caso de Argentina desde la privatización del tren en la década del 90, aún cuesta volver a levantarse y tener nuevas rutas, sin embargo los trenes han vuelto a manos del estado y recientemente se ha lanzado la ruta Buenos Aires- Tucumán, entre otros nuevos servicios de larga distancia.

Para cerrar este punto hablaremos de las nuevas formas de movilizarse por las urbes, es decir las nuevas aplicaciones que ofrecen servicios de alquiler de transporte por un tiempo determinado, con Uber y Cabify como ejemplo. En el caso de los monopatines eléctricos y de servicio de alquiler de bicicletas la cosa se encuentra bastante igualada, sin embargo algo que muy de a poco se está instalando en Latinoamérica, es la posibilidad de alquilar por tiempo vehículos más grandes como autos y motos. Es el caso de Cabify, que además de plantar árboles por cada viaje que se realiza en sus autos para ser neutra en carbono y ofrecer agua en envases biodegradables a sus pasajeros, ofrece el alquiler de motos, mediante su aplicación en la ciudad de Madrid. Otro ejemplo es la App Ecooltra que ofrece un servicio de alquiler de scooters eléctricos, en ciudades españolas e italianas. Esto tiene el doble beneficio de que además de ser vehículos eléctricos como es el caso de los scooters y los monopatines, también generan que la gente no tenga la necesidad de comprar un vehículo personal para su transporte, generando un menor consumo de coches y una menor cantidad de estos en las calles. En las ciudades latinoamericanas como por ejemplo Buenos Aires, las bicicletas puestas por el banco Itau son gratuitas y los monopatines eléctricos desembarcaron hace poco. Faltaría que se sumen las opciones de vehículos de mayor porte para completar el panorama.

En el caso de la gestión de residuos la Ciudad de Buenos Aires cuenta con un centro de reciclado que tiene una planta de separación de residuos (M.R.F.), una de reciclado de PET, una de tratamiento de residuos de construcción, una de residuos forestales, una de residuos orgánicos (solo de grandes generadores) y un centro educativo para los visitantes. La recolección de los residuos está dividida en 12 cooperativas de recuperadores urbanos con trabajo en blanco, generando que estos estén integrados en el mercado formal. En las calles porteñas podemos ver tachos negros y “campanas verdes” que son para los reciclables sin embargo estas se desfondan y los residuos a veces salen por debajo de esta, cabe destacar que en algunas zonas estas fueron reemplazadas por tachos nuevos verdes de mejor material y que permiten una mejor separación de los residuos. Los residuos electrónicos (RAEs) y las pilas son entregadas en los puntos verdes. En el caso de Madrid, podemos encontrar tachos divididos en distintos tipos de residuos, es decir orgánicos, papel y cartón con tachos de color azul, plástico y envases de color amarillo, vidrio de color verde y tachos para las pilas. También se puede ver contenedores donde se puede dejar la ropa para la gente necesitada. Esto se repite en Barcelona, Murcia y Granada algo que vendría muy bien en la Argentina debido a las altas cifras demostradas por el Gobierno nacional de pobreza. En ambos casos, el latino y el europeo, los tachos a veces se ven desbordados y en algunas zonas hay falta de opciones para reciclar.

Si vamos al punto de la alimentación, toda la Unión Europea cuenta con un sistema de etiquetado que permite saber si lo que estamos comprando proviene de fuentes sostenibles, si es de origen vegano, si fue producido con trabajo justo y sin explotación, entre otras opciones, haciendo del consumidor uno mucho más consciente. En el caso de la Argentina, el etiquetado es prácticamente nulo y se viene luchando para conseguir que los envases revelen realmente lo que estamos consumiendo, sin embargo nuestros hermanos de Latinoamérica están en una posición mucho más responsable que la Argentina, como es el caso de Chile y Perú. También es más común ver en las góndolas, opciones vegetarianas y veganas, como la leche de almendras, cosa que en la Argentina, debemos acercarnos a una dietética o prepárala nosotros mismos, aunque algunas cadenas comienzan a ofrecer sus opciones con leche de almendras como es el caso de Starbucks.

Ante este panorama cabe preguntarse ¿es casualidad entonces que las empresas elijan poner sus productos responsables ambientalmente en los países del primer mundo o es acaso porque en estos existen legislaciones que favorecen la implementación de tecnologías más limpias y prohíben los pesticidas más tóxicos? ¿O acaso las empresas cuentan con una doble moral que hace que ofrezcan sus mejores productos en las economías más pudientes y dejen lo que sobra para los mercados emergentes? ¿Será que es porque falta una oferta real de estos productos más verdes en los países latinoamericanos, o por una falta de interés en estos bienes? Pero a la vez ¿cómo puede generarse un interés si estos productos no están en el mercado?

La realidad demuestra qué interés existe por el cambio climático y las cuestiones ambientales a nivel mundial, expresado más visiblemente en los movimientos de jóvenes alrededor del globo. Lo que se debe fortalecer es la implementación de políticas que faciliten el desembarco de estas tecnologías más amigables con el ambiente, y desarrollar prohibiciones a los productos que dañan nuestro hogar en común.

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