El cambio climático, un reto que deben afrontar las ciudades en Latinoamérica

Por: Melisa Gracia Cuellar

En el planeta tierra, los centros urbanos consumen dos tercios de la energía global y generan el 70% de las emisiones mundiales de carbono, encontrando que particularmente Latinoamérica es el territorio más urbanizado del mundo con casi el 80% de la población viviendo en ciudades. Una de las problemáticas más relevantes que amenaza a las ciudades es que crecen a un ritmo mayor que sus economías, lo cual se relaciona con una población pobre, con necesidades básicas insatisfechas y con un bajo nivel de calidad de vida.

En respuesta a esta problemática han surgido diferentes iniciativas en las que se resalta la carta elaborada por los 46 alcaldes de las principales capitales del mundo, incluido el de Bogotá, que forman parte de Cities 40 y que se tituló Líderes del G20, ¿listos para salvar nuestro planeta?. Esta iniciativa, impulsada en gran parte por la declaración de Estados Unidos de retirarse del Acuerdo de París, exhorta a las potencias del G20 a no abandonar dicho acuerdo y a mostrar su determinación de proteger nuestros recursos naturales, así como lo decisivo de avanzar hacia los objetivos del Acuerdo de París para el 2020, puesto que según modelaciones climáticas realizadas será cuando las emisiones planetarias alcanzarán su punto más alto.

En el caso de Colombia, ya se han evidenciado consecuencias del cambio climático relacionadas con algunas emergencias y desastres naturales, por lo cual, se han venido adelantando trabajos como el del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), quien dio a conocer un estudio de vulnerabilidad a los efectos del aumento de la temperatura y el cambio en el régimen de lluvias, producto del calentamiento global. En este documento se analizan seis dimensiones del territorio que corresponden a alimentos, salud, infraestructura, biodiversidad, vivienda y agua, al final nos muestran grados de sensibilidad y la capacidad de adaptación, para finalmente alertar sobre las deficiencias entre las cuales sobresalen la falta de fuentes alternas de energía, una infraestructura débil, dificultad para acceder al agua potable y alimentos.

Estos resultados son muestra de que el cambio climático tiene efectos sobre la economía del país al generar pérdidas que pueden afectar la productividad y el crecimiento económico, especialmente a nivel regional. Alcanzar los objetivos del Acuerdo de París requiere implementar medidas innovadoras y demanda un cambio en los sistemas productivos, y reformas en la producción de energía, así como en las maneras de transportarse, alimentarse y manejar los residuos, puesto que las poblaciones de áreas urbanas requerirán un sinnúmero de empleos, viviendas, transporte, agua potable y saneamiento. Así mismo cobra relevancia la construcción de una cultura ciudadana ambiental que eduque a una población a ser más consciente y responsable, que tenga un comportamiento que minimice las emisiones de CO2, como por ejemplo cambiar los hábitos de consumo. Algunas ciudades de América Latina incluyendo Bogotá, buscan implementar regulaciones de construcción verde para promover el ahorro de energía y agua, así como el uso de materiales más sostenibles en la construcción de infraestructura.

El interés por el desarrollo sostenible va en aumento, pero el reto está en materializar las propuestas aprobadas sobre el papel, lo cual requiere que como ciudadanos generemos un compromiso colectivo y nos interesemos en la formulación e implementación de políticas que promuevan el desarrollo sostenible. Las ciudades constituyen un espacio apropiado para proponer iniciativas que lleven a acoger medidas significativas para ser más sostenibles e incluyentes, y como ciudadanos debemos estar más interesados en respaldar la construcción de un entorno sostenible y vivible. Las zonas urbanas de América Latina y el mundo pueden convertirse en motores de un crecimiento incluyente que abra nuevos mercados, genere más empleo y mejore la calidad de vida de los ciudadanos.

Aunque parezca una idea casi idílica, es de suma importancia que las urbes puedan llegar a un acuerdo sobre cómo reducir sus emisiones y que cada uno de nosotros desde sus acciones diarias marque una diferencia. De igual forma, como país debemos hacer una transición de modelo económico a uno en que no busque urbanizar el campo, y apueste por re naturalizar las ciudades, uno donde se creen estrategias de potenciación de la biodiversidad y creación de infraestructura verde que multiplique el número de espacios abiertos y naturales y mejore la conectividad entre ellos.

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