Decrecimiento: una alternativa radical pero real al capitalismo

Por: Veronica Wrobel, Traducción Jhoanna Cifuentes, ClimaLab

¿Que es el decrecimiento? Es un concepto introducido en el siglo XIX en contraste con la economía industrial emergente, propuesta posteriormente en una versión más moderna a principios de la década de 1970 por el filósofo social André Gorz. Al basarse en una economía ecológica, anticonsumista y anticapitalista, el decrecimiento tiene como objetivo reducir el sistema de producción y consumo. Contrariamente a muchas creencias, no promueve la pobreza, sino que prospera con menos objetos materiales, más comunidad, trabajo compartido y relaciones. De hecho, el decrecimiento propone una producción sostenible que no apunta a la reducción del PIB, sino al cambio de nuestra mentalidad capitalista basada en la sobreproducción y el consumo excesivo, tanto a nivel local como global, tanto ahora como en el futuro.

El panel que se llevó a cabo en la COP24 estaba completamente compuesto por mujeres jóvenes de diferentes orígenes culturales, una visión esporádica en esta Conferencia. La primera oradora, Linda Schneider, de la Fundación Henrich Böll, presentó un documento llamado “Realismo radical para la justicia climática” que discute la transición de un Sistema Capitalista al mencionado Sistema de Decrecimiento. Es una respuesta de la sociedad civil al desafío de limitar el calentamiento global, proponiendo una quinta alternativa a las cuatro vías incluidas en el Informe del IPCC. Lo que el documento está tratando de presentar es que “lograr el 1.5 °C es posible sin depender de tecnologías de geoingeniería especulativas y riesgosas, sino con una agenda de cambio político basada en la justicia y la equidad”. Esta publicación está compuesta por ocho capítulos que compila conocimientos y experiencias recopiladas por diversos grupos y organizaciones internacionales. En mi opinión, vale la pena mencionar los dos más importantes.

Para alejarnos del capitalismo, debemos alejarnos de nuestra relación, literalmente tóxica, y de la dependencia de los combustibles fósiles, a un sistema basado en energía renovable, utilizando un enfoque de “bien público”, ya que la reducción de emisiones beneficiará a toda la comunidad y disminuirá la demanda de energía, dando paso a la descarbonización. La dificultad surge cuando consideramos que la propiedad del sistema de energía está en manos de muchas compañías poderosas de combustibles fósiles que exigen un cambio también a nivel gubernamental.

Otro capítulo se centra en la Economía Circular de Cero Residuos, que, en lugar de las prácticas de reciclaje y compostaje, sugiere evitar la producción de residuos por completo. Por ejemplo, cuando compramos paquetes de plástico, los tiramos en un contenedor de reciclaje, pero el plástico se puede reciclar solo unas cuantas veces antes de que se vuelva inútil y se acumule como residuo. En su lugar, deberíamos evitar comprar por completo el plástico, por lo tanto, evitar (o disminuir la demanda) de su producción. Aquí, el consumidor juega un papel importante. Esta es la razón por la que debemos centrarnos en el comportamiento del consumidor individual, en lugar de en el comportamiento de la industria (que, como sabemos, sigue la ley de oferta y demanda). El capítulo de la publicación también aborda el gran problema relacionado con el desperdicio de alimentos: de hecho, 1/3 de los alimentos producidos en todo el mundo se tiran a la basura, lo que significa que la energía utilizada para producirlos también se desperdicia. Dado el enorme impacto que tiene la producción de alimentos en las emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero), deberíamos comenzar a llevar un estilo de vida más consciente, con elecciones conscientes que limitarían nuestra huella en el único planeta que tenemos.

La siguiente oradora, Melissa Moreno, una geógrafa crítica de Quito (Ecuador), presentó la idea de buen vivir en contraste con el vivir mejor. El principio de buen vivir es el mismo que el del decrecimiento: sugiere una alternativa al capitalismo, una forma de organizar la producción a través de un control comunitario y colectivo de los medios de producción (excluyendo el machismo, el patriarcado, el sexismo y el racismo), como también a través de la reconexión con la naturaleza y la espiritualidad, fundamentada en las comunidades indígenas.

La última oradora, pero no menos importante, Meera Ghani, habló sobre Ecolise, una red europea para iniciativas dirigidas por la comunidad sobre cambio climático y sostenibilidad. Comenzó su intervención con una cita de Ursula K. Le Guin: “Vivimos en el capitalismo. Su poder parece ineludible. Lo mismo hizo el derecho divino de los reyes. Cualquier poder humano puede ser resistido y cambiado por los seres humanos. La resistencia y el cambio a menudo comienzan en el arte, y muy a menudo en nuestro arte, el arte de las palabras”.

Con esta resistencia en mente, Ecolise apoya las llamadas Ecoaldeas, donde se promueve una alternativa al consumismo y la sobreproducción. Estás proporcionan un plan que haría posible la transición de un sistema de explotación a uno floreciente: el objetivo final es recuperar la propiedad sobre nuestras vidas, sobre nuestras elecciones, sobre lo que consumimos, promoviendo la colaboración para lograr que una comunidad prospere. Compartir en solidaridad no solo mejoraría nuestro propio bienestar, sino también el bienestar global, al establecer una conexión entre nosotros, ya que como individuos, debemos preocuparnos por todos los seres humanos. De esta manera, trabajaríamos tanto a nivel interno (individual) como externo (comunidad).

La pregunta final es: ¿cómo tomamos en nuestras manos la responsabilidad sobre nuestras vidas y nuestras acciones? Antes de perdernos en el mundo de las políticas, debemos emprender un viaje dentro de nosotros mismos, tratando de equilibrar nuestras vidas y alinearnos con los valores de nuestra naturaleza humana, encontrando nuestro centro, pero al mismo tiempo, a través de conexiones significativas con otras personas que ayudan recíprocamente. El uno al otro. Solo de esta manera nos daremos cuenta de que todos los sistemas de opresión están vinculados entre sí, y la única manera de superarlos es hacerlo como uno solo.

Este tipo de mentalidad nos hará comprender que el cambio climático es sólo un síntoma de algo más profundo, y no el problema real. Como Albert Einstein dijo: “No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos”. Por lo tanto, tenemos una necesidad desesperada de cambiar nuestra perspectiva, de cuestionar las relaciones de poder y de darnos cuenta de cuál es el problema al entrar por una puerta diferente. Esta perspectiva sistemática nos mostrará que el problema real que debemos abordar es el sistema capitalista y que para resolver nuestros problemas actuales necesitamos un nuevo enfoque, un nuevo marco para implementar de manera efectiva todas las políticas ambientales necesarias. Además, debemos desaprender nuestra conducta tóxica y, en lugar de escuchar a una sociedad que nos estimula a competir, deberíamos cooperar y aprender a ser una comunidad unida nuevamente.

Ahora, probablemente te preguntarás: ¿qué pasa con el decrecimiento en los países en desarrollo? ¿No queremos lo contrario? El capitalismo ha explotado el sur global durante décadas y décadas, y ahora es el momento de dejar de alimentar a este sistema con más poder. Lo que el capitalismo ha hecho ha sido distraer y quitar la riqueza de un grupo de personas (sur global) y llevarla a otro (norte global), con la ilusión de que el crecimiento sería imparable. Pero todos somos testigos de las consecuencias catastróficas de esta máquina sobrecalentada, y el cambio climático es sólo el efecto colateral de este mecanismo de locura.

Finalmente, tenemos la oportunidad de hacer espacio para el sur global, mediante la adopción de un sistema de decrecimiento en el norte global, recuperando el debido equilibrio entre los dos mundos. Necesitamos “atacar” cada agenda política porque todos son parte del mismo sistema enfermo. Necesitamos renegociar la agenda climática en su conjunto, con un nuevo enfoque innovador e inclusivo, más allá del ámbito del cambio climático.

Porque solo podemos estar saludables cuando nuestro planeta esté saludable, teniendo en cuenta que la Tierra puede sobrevivir sin nosotros, pero nosotros no podemos sobrevivir sin la Tierra.

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