Analia Tuxá, guerrera e hija de las aguas

Julia Requejo, Luchelle Furtado y Roberto Pisani, Traducción José Jara Fundación TierraVida

“Un día de esos yo estaba traicionada y pintada en el aeropuerto, porque estaba viniendo de un ritual, de una conferencia. Cuando paré en el aeropuerto de Confins, en Belo Horizonte, percibí que una señora estaba con un niño. El niño se asustó mientras me miraba y fue cuando ella habló algo en el oído del niño. A partir de ahí, él se quedó con una mirada de espanto para mí. Por casualidad la madre se distrajo y lo perdió de vista. Fue cuando llegó a mí y me dijo: ’Mamá me dijo que come gente’. “Me quedé sin reacción, después de todo eso es vergonzoso.” Fue con ese discurso que Anália Tuxá relató un momento triste y preconcebido que muchos indígenas sufren constantemente.

El líder del pueblo Tuxá (“hijos de las aguas”) y original de Minas Gerais, Analia dio varias conferencias en la Conferencia sobre Cambio Climático (COP24) en Katowice en Polonia, contando momentos de su vida y la importancia de preservar los bosques brasileños.

Al recordar la antigua tierra de la que su pueblo pertenecía, la indígena recuerda con lágrimas en los ojos, recuerdos de un tiempo que parecen distantes. “Mi mayor recuerdo son los momentos que podíamos ser libres en la isla.”

El territorio del que Analia se acuerda de buenos recuerdos quedaba en la Isla de la Viúva, en Bahía. Sin embargo, fue sumergido por la construcción de la hidroeléctrica de Itaparica. Después de la inundación, su pueblo se dividió en seis territorios, teniendo el mayor flujo de migración hacia otras ciudades de Bahía. Otras personas del grupo se encuentran en Alagoas, Pernambuco y en Minas Gerais. De acuerdo con el último dato de 2014 del Siasi / Sesai, hay más de 1700 integrantes del núcleo esparcidos por varias regiones.

Guerrero y resistente son palabras que definen muy bien el cacique. Analia tiene orgullo de mantener las tradiciones. “Nosotros somos los únicos indios [pertenecientes al pueblo Tuxá] que todavía hablan el idioma, porque ellos [otros indios] perdieron y ya no usan nuestra lengua. Y aún completa: “Nosotros tenemos nuestra tradición espiritual, religiosa, nuestra forma de plantar y de vivir en el territorio. Vivimos de una manera sostenible”.

Cuando se pregunta sobre la relación de los indígenas con los blancos, Analia resalta el estado de paz y que lo fundamental en la verdad, es el respeto. “Eso no afecta a nadie. Algunos indios se casan con no indios, pero eso no quita nuestra identidad.

Sin embargo, las adversidades hacen la situación aún más difícil. Los recursos de la aldea son mínimos y el pueblo Tuxá vive de manera de subsistencia, con preocupación por el medio ambiente. “Lo que podemos hacer para mantener el medio ambiente, lo hacemos. Porque todo para nosotros es sagrado. Usted no puede tomar una flor, una medicina, sin tener el permiso de los guardianes”, cuenta.

Con brillo en la mirada, fuerza e inspiración, Analia resalta el motivo de su lucha. “Nuestro territorio sagrado donde nuestros ancestros fueron enterrados está bajo el agua. El pueblo Tuxá fue obligado a entregar la propia tierra por una cuestión de desarrollo económico y generación de energía. Entonces luto porque el Estado brasileño tiene una deuda muy grande con los pueblos indígenas de Brasil.

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