Dos historias, un objetivo: Los derechos humanos

Por Giulia De Nadai y Tommaso Orlandi, Fotografía: Giulia De Paoli, Traducción María Fernanda Cadena, ClimaLab

Hoy, 9 de diciembre, es el Día Internacional de los Defensores de los Derechos Humanos y mañana celebraremos el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Katowice (COP24) tuvimos la gran oportunidad de entrevistar a Joan Carling y Francesco Martone. Joan es una mujer kankanaey de Filipinas comprometida con los derechos humanos desde que era muy joven; actualmente está calificada como terrorista en su propio país debido a su activismo por los derechos humanos, ha trabajado con pueblos indígenas de 13 países asiáticos .También, ha sido galardonada con el prestigioso Premio Campeones de la Tierra para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas por sus logros en vida. Francesco es un defensor de los derechos humanos de Roma, Italia; trabajó para Greenpeace International de 1988 a 1995 y fue presidente de Greenpeace Italia durante 3 años; ha sido senador de la República de Italia desde 2001 hasta 2008. Esta entrevista con ellos nos llevó a tratar varios temas relacionados con los derechos humanos y el cambio climático, pero no solo eso, este diálogo también ha sido muy inspirador y nos ha ayudado a mirar a los defensores y defensoras de los derechos humanos desde una nueva perspectiva.

AJIN: Mañana, 10 de diciembre, celebramos el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En honor a esta ocasión, nos gustaría preguntarnos qué lo impulsó a dedicar su vida a defender los derechos humanos.

Joan: Comencé a ser activista cuando era estudiante en Filipinas, con mucho entusiasmo por los derechos de los estudiantes. Primero fui a pueblos tribales afectados por proyectos de represas. Fui a la represa de Chico en la década de 1970 la que me animó a profundizar en temas indígenas. Luego, después de la universidad, volví a la zona tribal, que en ese momento ya estaba militarizada, fue una revelación para mí, ya que, presencié la forma en que se trató a los pueblos indígenas, cómo se incendiaron sus aldeas y cómo se ignoró por completo a los niños y las mujeres, ahí fue cuando empecé a pensar en las razones por las que eran tratados como animales. Esa experiencia me mostró que algunas personas son menos valoradas que otras y yo no podía soportarlo. Me quedé con que todos tenemos los mismos derechos y merecemos la misma dignidad, independientemente de dónde nacemos, nuestra cultura, raza, o posición económica. Dado que estas comunidades no están empoderadas, tenemos que hablar por ellas, si ninguno de nosotros se pronuncia por los impotentes, los que no tienen voz, todos somos cómplices al permitir que la desigualdad y las violaciones simplemente sucedan.Cuando me convertí en víctima, al ser arrestada y detenida, mi perspectiva cambió por completo. Anteriormente, ya estaba visitando presos políticos, dándoles consejos y apoyo, pero es bastante diferente cuando te ves tras las rejas.

AJIN: Por lo general, solemos dar por sentadas las libertades que tenemos, pero no deberíamos. Entonces, así es como mi compromiso con los derechos humanos comenzó y eventualmente se fortaleció.

Francesco: Siempre me han apasionado los derechos humanos desde una edad temprana. La primera vez que escuché sobre violaciones de derechos humanos fue durante la dictadura de Pinochet en Chile. Comencé a participar en movimientos por la paz y el medio ambiente durante la década de los ochenta, trabajando como voluntario para Amnistía Internacional y Greenpeace. Gracias a este último, trabajé en una campaña en la selva tropical cuando mataron a Chico Mendes. Podría ser considerado el primer defensor ambiental de tierras. Sentí un compromiso aún más profundo con las cuestiones de derechos humanos al ser miembro del Parlamento italiano. Desempeñé el papel de secretario en el Comité de Derechos Humanos en el Senado. En ese contexto, trabajamos duro, especialmente en los temas relacionados con la migración y la detención. Nuestra idea es que los derechos humanos no son un concepto abstracto, son algo que puede impactar rápidamente en nuestra propia vida. Es bien sabido que durante el G8 de 2001 en Génova, ocurrieron muchos casos de represión y violencia policial, incluso muchos activistas fueron golpeados por la policía. En esa ocasión, recuerdo que pensé que “esto es algo que también podría pasarme a mí”.

AJIN: ¿Cuáles son las medidas disponibles en la actualidad para oponerse a las amenazas contra los defensores de los derechos humanos? ¿Son adecuados para alcanzar los objetivos previstos?

Joan: Los estados y los gobiernos tienen la obligación de respetar y proteger los derechos humanos. Esto está en la base de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de las Naciones Unidas. Existen varias cartas de derechos humanos que presentan excelentes herramientas, desde la Declaración Universal, que se incluye en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Estas convenciones establecen el marco sobre cómo los estados deben relacionarse con sus ciudadanos. Por lo tanto, cuando los estados violan los derechos, debe haber un mecanismo para hacerlos responsables. Eso es lo que no tenemos en este momento.

Los defensores de los derechos humanos tienen derecho a quejarse, pero como no hay un tribunal de apelación, la respuesta de los estados es más represión, más restricciones, más prohibiciones e incluso asesinatos extrajudiciales. Significa que ya no hay justicia, ya no hay respeto en la justicia. Desafortunadamente, es el mundo en el que nos encontramos, donde no sabemos cómo responsabilizar a los gobiernos por sus deberes y responsabilidades.

Cuando se habla de herramientas, es importante indicar la necesidad de una nueva herramienta eficiente. Estamos en un limbo, en una crisis de derechos humanos porque quienes tienen que proteger no están cumpliendo con sus deberes. Existen leyes antiterroristas que se usan contra activistas y no contra terroristas potenciales: nos llaman terroristas, por lo que pueden usar esas leyes para evitar que defendamos los derechos humanos. Me encuentro en esta situación ahora en Filipinas, donde me acusan de ser terrorista. Por lo tanto, hablé con todos los niveles de la ONU, incluida la nueva unidad establecida donde los ciudadanos tienen la oportunidad de informar represalias a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Esta oficina ha sido muy fuerte en la búsqueda de temas relacionados con los derechos humanos y en plantearlos a los estados.

Sin embargo, hoy en día, un gran número de organizaciones internacionales, como por ejemplo Global Witness y Front Line Defenders, ya presentaron datos y análisis que muestran cuántas personas han muerto en los últimos años, entre las cuales el 60% son pueblos indígenas. Si hablamos de áreas geográficas, en Asia las Filipinas son las peores, mientras en América Latina es la peor región.

La situación actual es que no tenemos un mecanismo efectivo de rendición de cuentas. En mi caso personal, ni siquiera puedo ir a casa de forma segura debido a las acusaciones a las que me enfrento. Desafortunadamente, la única herramienta que tenemos, a saber, la ONU es débil en esta etapa, por lo que la única solución que puedo encontrar es reclamar nuestros derechos como ciudadanos. Necesitamos construir solidaridad entre nosotros, para exigir la rendición de cuentas de los tomadores de decisiones. Los ciudadanos de todo el mundo, las comunidades locales, las mujeres y los jóvenes deben unirse a nivel nacional y mundial para desestimar a quienes abusan de la autoridad y la utilizan para sus intereses. Dado que el mecanismo actual no funciona correctamente, las personas tienen que explotar el poder de la comunidad para garantizar la justicia para todos.

Francesco: Tengo que decir que comparto el punto de vista de Joan. Este año celebramos también el vigésimo aniversario de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Defensores de los Derechos Humanos. En los últimos 20 años, asistimos a una multiplicación de eventos, charlas y campañas sobre y para los defensores de los derechos humanos. Pero, al mismo tiempo, el número de personas que mueren está aumentando. Por ejemplo, en Colombia, más de 200 líderes indígenas han sido asesinados solo este año. El motor de todas estas muertes es la necesidad de controlar cada vez más la tierra con el objetivo de extraer recursos naturales.

Mi análisis es que ahora estamos presenciando un período de crisis del sistema multilateral internacional. Es una crisis política, económica y cultural, de recuperar el control del estado nacional, de la titularización del espacio público. Existen conexiones muy estrictas entre el desarrollo y la represión. En este sentido, conocí a una activista polaca de derechos humanos que, mientras protestaba hace dos semanas contra grupos de derecha en Varsovia, fue atacada junto con su organización por partidarios fascistas. En esa ocasión, como en muchas otras, la policía no había intervenido.

Existen varios instrumentos para oponerse a las amenazas a los defensores de los derechos humanos, pero creo que carecemos de espacios de convergencia para los movimientos sociales, los ciudadanos y las comunidades que quieren proteger algunos valores para las próximas generaciones. Personalmente, soy muy activo, como jurado, en el Tribunal Permanente de los Pueblos, especialmente en materia de migración. Esta institución interviene cuando se violan los derechos humanos de los pueblos, y de las personas que no encuentran otros espacios para reclamar esos derechos. Con mi comité tuvimos una sesión en Palermo sobre violaciones de los derechos de los migrantes. En esa ocasión, llegamos a la conclusión de que no existe un instrumento legal internacional que reconozca a los migrantes como seres humanos que tienen, por lo tanto, el derecho a moverse y a la autodeterminación.

En el Tribunal Permanente de los Pueblos, también tuvimos una larga sesión sobre los impactos de las empresas transnacionales europeas en los derechos humanos en América Latina. El tema generó una serie de iniciativas de los movimientos transnacionales europeos y latinoamericanos, como una campaña para desmantelar el poder corporativo. Además, creamos un proceso externo para crear un tratado popular sobre empresas transnacionales. Además, dentro de la ONU, algunos países como Ecuador, están presionando por un tratado vinculante sobre derechos humanos y compañías transnacionales. Ahora esperamos poder, el próximo año, hacer algo similar sobre los defensores del medio ambiente y los derechos humanos.

Además, recientemente creamos la red dirigida a activistas de derechos humanos que se llama “In difesa di”. Como medida de defensa, estamos creando un mecanismo de persona a persona entre diferentes comunidades. La ciudad de Trento en Italia es activa en este tema y realiza muchos trabajos en los Balcanes a través de proyectos promovidos, por ejemplo, por la Asociación “Trentino con i Balcani”. Las asociaciones en Trento ejecutan proyectos también en otros países, como Colombia, donde acompañan a las comunidades y se aseguran de que los locales no se vean obligados a huir de sus tierras. Este es un trabajo muy importante porque cuando envías a una persona indígena lejos de su tierra, la matas dos veces. Acompañar no solo es una oportunidad para proteger, sino también para aprender: tenemos que proteger a las comunidades indígenas y, al mismo tiempo, debemos dejar que vivan en su propio entorno con sus tradiciones.

¿En qué medida es útil el apoyo de las Naciones Unidas para sus actividades de promoción y en qué medida no lo es?

Joan: La propia ONU está en crisis debido a la falta de responsabilidad, pero al mismo tiempo, al menos, sigue reconociendo que los derechos humanos son importantes. En mi caso, lo que me ayudó fue cuando el Ambiente de la ONU me otorgó el premio “Campeones de la Tierra”, siendo el nivel más alto en los premios de la ONU sobre el medio ambiente. Saben que soy activista, y conocen mi trabajo en Filipinas, por lo que están enviando un mensaje claro de que los activistas y los defensores del medio ambiente no son terroristas. En cierto modo, eso también es útil porque otros activistas se sienten reivindicados y comparten mis premios.

El Consejo de Derechos Humanos continúa poniendo instrumentos adicionales, como el trabajo que se ha hecho sobre un instrumento legalmente vinculante para las empresas transnacionales. Esto es crítico porque muchas de las violaciones están relacionadas con el sector privado o con los intereses de las empresas. El problema es que los instrumentos actuales no son suficientes. Por lo tanto, los ciudadanos deben reclamar y defender sus derechos. Ellos mismos tienen que actuar tomando fotos y haciendo campañas en los medios de comunicación: hoy, tenemos que usar los medios para sensibilizar al público porque, por otro lado, los estados mismos están usando los medios para justificar sus errores. La ONU necesita despertar y asumir sus obligaciones y responsabilidades.

AJIN: ¿Qué podemos hacer como estudiantes universitarios para crear conciencia sobre temas de derechos humanos?

Joan: Pueden iniciar discusiones, grupos y, por supuesto, puedes usar los medios de comunicación. Estas son cosas pequeñas que generan atención en temas de derechos humanos porque encienden el interés de los estudiantes. Lo bueno de los jóvenes es que son creativos y tienen una mente abierta. Por lo tanto, solo tienen que explotar su potencial.También empecé como estudiante y puedo decir que es donde adquirí mucha experiencia. También puede comenzar a construir relaciones con comunidades que, por ejemplo, tienen sus derechos sobre la tierra bajo amenaza. Hoy en día, puede conectarse con cualquier persona y en cualquier parte del mundo y esto facilita los enlaces con otras personas. Significa que hay mucho que pueden hacer. Lo primero que deben hacer es crear conciencia, educar a las personas sobre temas relacionados con los derechos humanos. Las personas, pero sobre todo las nuevas generaciones, deben comprender que lo que nos sucede a uno de nosotros también tiene un impacto en otras personas. Debemos construir conexiones basadas en la solidaridad y acciones colectivas.

AJIN: ¿Crees que hoy en día el mundo es más cruel y desanimado que cuando eras un estudiante?

Joan: Creo que la situación cambió porque hay muchas opciones para los jóvenes a diferencia de antes. En mi época, existía la ley marcial en Filipinas y esa atmósfera política me daba un sentido de propósito. Los jóvenes ahora no tienen este sentido de propósito porque pueden hacer cualquier cosa sin restricciones. Además, su mundo se está volviendo cada vez más digital y no ven la realidad de las otras personas. Sin darte cuenta de que estás escondido en tu propio mundo, podrías perder la esperanza.

Sin embargo, si ves injusticia en todas partes, ayudar a las personas trae esperanza en tu vida porque ya no estás pensando solo en ti mismo y así, te das cuenta de que hay más personas que necesitan ayuda, que necesitan una voz,una vez que obtienes esa realización, tu vida se vuelve significativa. Cuando levantas la voz para los más vulnerables, empiezas a tener un propósito. Necesitamos llevar eso a los jóvenes: ellos necesitan tener un propósito y necesitan buscar un significado.No hay tanto activismo ahora en comparación con mi generación. Hay un cambio ahora porque hay muchos privilegios y distracciones. Los jóvenes ahora tienen más opciones sobre qué hacer, porque su entorno está rodeado por ellos. Pero, si amplias tu entorno y tu vista, una avenida se abre, donde puedes estar activo y tener un sentido y un propósito.

Francesco: El tema de la esperanza es algo que todos reflexionamos. Por ejemplo, leí una entrevista a una activista feminista estadounidense, Wendy Brown. Cuando se le pidió una opinión sobre la situación política actual en los EE. UU y sobre la crisis climática; respondió que deberíamos hablar de responsabilidad más que de esperanza, lo que es un concepto demasiado místico. Tengo 57 años y siento la responsabilidad de tratar de hacer algo para ofrecer un mundo mejor a las generaciones futuras. Hay una frase muy efectiva de Wendy Brown: “Tenemos que estar donde están los fuegos”. Tenemos que extinguir los incendios cuando son destructivos, pero tenemos que volver a encenderlos cuando la llama es demasiado débil”.Reflexionar sobre la esperanza no tiene que ver con el pesimismo ni con el optimismo porque son conceptos relativos.

Recuerdo que un blogger de la plaza Tahuman me regañó cuando le pregunté si era pesimista u optimista, él respondió: “¿Cómo crees que puedo permitirme ser pesimista si tengo que poner mi vida en riesgo por el respeto de los derechos humanos?” Nuestra responsabilidad es enorme: estamos basados en un mundo lleno de guerra, odio, consumo excesivo, destrucción de las bases sobre las cuales una vida saludable debe basarse.

AJIN: Si bien el derecho a un medio ambiente sano, mencionado por primera vez en las Declaraciones de Estocolmo y Río, no se ha transpuesto en las principales cartas internacionales, ¿podemos decir que es reconocido en todo el mundo?

Joan: Podríamos decir que está reconocido en términos de instrumentos. Por ejemplo, el principio de precaución y el principio de quien contamina paga se utilizan para asegurar, al menos, un ambiente saludable. El problema se encuentra con la falta de acciones transnacionales, como la creación de un tribunal internacional para el medio ambiente, que ha sido reclamado desde el Río Declaración.Hay una gran discusión sobre los derechos humanos y el cambio climático. Los Convenios de las Naciones Unidas se refieren a los derechos de participación e información, así como a la necesidad de evitar que las actividades de adaptación y mitigación tengan un impacto negativo en los derechos humanos. El problema es que el siguiente paso en el acceso a la justicia nunca se ha hecho. Es un trabajo en progreso: hay muchos litigios sobre violaciones del derecho a un ambiente saludable. Necesitamos crear una demanda política para que se apliquen las reglas.

Dado que los efectos del cambio climático se consideran principalmente como problemas globales, ¿el reconocimiento del derecho a un medio ambiente sano sería un instrumento eficaz para combatir el cambio climático a nivel local? Francesco: La discusión sobre la justicia de los delitos climáticos ha ido disminuyendo porque es bastante difícil elaborar el nexo causa-efecto.

De hecho, no es fácil responsabilizar a un emisor de gases de efecto invernadero por los diferentes efectos del cambio climático. En otras palabras, es difícil probar que una empresa ubicada en los Estados Unidos produce impactos ambientales negativos en una comunidad con sede en Bangladesh. El objetivo ahora es elaborar una responsabilidad conjunta, independientemente del nexo causa-efecto.Otro aspecto se refiere al tema denominado “pérdidas y daños”, que consiste en calcular las pérdidas y en imaginar procesos de restitución como la reurbanización de los ecosistemas o los pagos financieros. Desafortunadamente, este tema es un poco apartado.

Por ejemplo, la COP24 ha sido patrocinada por la industria del carbono. También hay menos espacio para la sociedad civil: una directiva del gobierno polaco reduce la posibilidad de que las ONGs, los movimientos sociales y los defensores de los derechos humanos sean constantemente activos durante las negociaciones. Esta situación se puede observar todos los días si se observa en la presencia masiva de la policía, que podría haberse implementado no solo por razones de seguridad, sino también con fines “intimidatorios”.

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