Ya ha pasado la primera semana de la COP25, pero hubo pocos pasos significativos

Elisa Calliari y Roberto Barbiero. Traducción: Santiago Campeni

La primera semana de la Conferencia de Naciones Unidas por el Cambio Climático (COP25) está siendo llevada cabo en Madrid. Pero los puntos de discusión más urgentes están lejos de ser propiamente arribados. Estos son en su mayoría sobre la finalización del libro de reglas del Acuerdo de Paris, los cuales habían sido tratados durante la COP de 2018 en Katowice (el documento contaba con 300 paginas) excepto por algunas (fundamentales) preguntas.

La más importante de estas es sobre el artículo 6 del Acuerdo, que trata sobre los mecanismos de cooperación voluntaria. Este se refiere al llamado mercado de carbono, el cual permite a los países cooperar mientras implementan sus contribuciones nacionales determinadas (NDC-(el esfuerzo que los países prometieron para reducir sus gases de efecto invernadero) apoyadas en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Detrás del artículo 6 (y de los mercados de carbono creados por todo el mundo, incluido la Unión Europea) está que el CO2 puede considerarse como cualquier otro bien, y por lo tanto puede comprarse y venderse.

Gracias al Artículo 6, un país que no puede cortar sus emisiones de acuerdo con sus intenciones originales, puede comprar una cuota de emisiones no esperadas de un país más virtuoso. El punto crucial a discutirse en Madrid (pero con el cual es probable que sé que se siga negociando en la futura COP) es el conteo doble, es decir cómo desarrollar un sistema contable diseñado para evitar que la cuota misma de emisiones reducidas se atribuya al vendedor o al comprador. Si esto fuera así, la reducción de gases de efecto invernadero seria contada dos veces- y esto a su vez significaría una sobreestimación de estas reducciones.

Otro asunto incomodo está vinculado a la revisión del mecanismo de Varsovia sobre las perdidas y daños causado por el cambio climático. Nacido en 2013 este mecanismo promueve el conocimiento, la cooperación, la acción y provee el soporte que contienen los impactos de la crisis climática que no pueden ser adsorbidos por los sistemas sociales y por los ecosistemas. Los países en desarrollo están demandando un fortalecimiento de este sistema, particularmente en lo que respecta al apoyo financiero a los países dañados. Los países industrializados mantienen firmemente que no es necesario un aporte extra, sin embargo hay una posibilidad real de facilitar el acceso a los fondos existentes. Las dos posiciones opuestas podrían armonizarse en las próximas horas, si los técnicos que enfrentan el problema alcanzan un acuerdo. Pero, aun así cualquier acuerdo debe ser examinado durante las negociaciones políticas de la semana próxima.

En contraste con el bajo perfil de las delegaciones, los científicos fueron los protagonistas de esta semana. El IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio climático)emitió dos informes, lo cual es un evento sin precedentes: uno que aborda las consecuencias del cambio climático en los océanos y la criosfera y el otro que habla sobre la relación entre el cambio climático y el suelo (bosques y agricultura en particular).

Los datos sobre calentamiento global siguen siendo preocupantes, debido al incremento de la temperatura mundial alcanzando +1,1°C en comparación con la era preindustrial. La información sobre los gases de efecto invernadero, los cuales son la causa principal del aumento de la temperatura en la tierra, son igualmente amenazantes porque están aumentando a un ritmo increíble. Los científicos han subrayado el fenómeno en las docenas de conferencias que tuvieron lugar en los últimos días en Madrid: si no intervenimos significativamente en las emisiones, será cada vez más difícil de contener el calentamiento global en el límite de +2°C para finales de este siglo, y si es posible, aún más difícil de contenerlo en el límite de +1,5°C establecido por el Acuerdo de Paris. Las acciones tomadas están lejos de ser eficientes y las contribuciones nacionales determinadas están lejos de ser fundamentales para el logro de los objetivos establecidos. Uno de los objetivos más importantes de la COP25 es, por lo tanto, incrementar la ambición de los estados en relación con sus NDC, antes de la revisión de 2020.

Sin embargo, el “regaño científico” no es suficiente: los negociadores parecen no preocuparse por las advertencias objetivas. Aún más preocupante es el hecho de que Arabia Saudita ha tratado de minar la credibilidad del IPCC al invitar al panel a tener en cuenta la “diversidad de opiniones científicas”. Algunos países, como los de las islas del Pacífico y el Ártico, se han puesto del lado de los científicos y han defendido el IPCC, dada su exposición directa a los efectos catastróficos del cambio climático.

El escepticismo es alto a lo largo de la sociedad civil, la cual está preocupada por la falta de liderazgo de parte de los políticos. Los mensajes provenientes de países como Chile, Bolivia, Colombia y Brasil son inquietantes. Ya afectados por las protestas sociales, son las clases sociales más bajas las que piden mejores condiciones de vida y critican masivamente a sus gobiernos por ser esclavos de la ira por los recursos naturales de las multinacionales y las potencias extranjeras (China, EEUU y la UE). Una gran marcha por las calles de Madrid cerró la primera semana de la COP25. Miles de personas se han manifestado en contra de políticas irresponsables y de líderes políticos, mientras afirman con razón que el mundo tiene que enfrentar no solo un problema ambiental sino también una emergencia social.

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