Person wearing suit casting vote in ballot slot,hand in blue PPE protective surgical glove dropping paper in box with ECUADORIAN national flag,COVID-19 protection & polling station social distancing

Mapa electoral de Sudamérica

Por: Brian Zini (Argentina).

Ecuador y Perú celebraron este último domingo elecciones presidenciales. En ambos casos, los comicios se están celebrando en la fecha originalmente pautada, con protocolos debido a la pandemia de COVID-19 que continúa azotando a la región.

En Ecuador se llevó a cabo el balotaje entre Andrés Arauz y Guillermo Lasso. Los dos candidatos presidenciales habían obtenido el 32% y el 19% respectivamente en la primera vuelta, y han batallado durante estas semanas por obtener el respaldo de la mitad del electorado que votó a terceras opciones en el primer round de febrero.

Arauz y Lasso se hallan en las antípodas ideológicas: el primero, un candidato populista de izquierda, seleccionado como su delfín por el expresidente Rafael Correa. Por el contrario, Lasso es el aspirante liberal-conservador por excelencia, fuertemente opuesto al correísmo. Si bien ambos fueron polarizadores, en las últimas semanas decidieron pescar en el centro, no sólo para atraer más votantes, sino para garantizar estabilidad ya que, quien gane, deberá tejer amplios consensos ante un Congreso en extremo dividido.

La figura de Correa flota omnipresente, pese a no ser candidato. Amado y despreciado por igual, y exiliado en Bélgica para evitar ir a la cárcel acusado de corrupción, ha denunciado ser víctima de una persecución judicial en su contra y Arauz promete garantizarle el regreso en libertad.

Las encuestas mostraban una pelea reñida, muchas de ellas en empate técnico, y hablaban de lo clave que serían los votantes de Yaku Perez, el excandidato y líder indígena que quedó a pocos votos de pasar a la segunda vuelta.

Finalmente, Guillermo Lasso se convirtió en Presidente de Ecuador por el periodo 2017-21, con un resultado menos ajustado del que preveían las encuestas (52,41%) pero que de ninguna manera representa un cheque en blanco: el mandatario electo deberá negociar con la oposición, ya que además su bloque parlamentario se encuentra en franca minoría en el Parlamento.

Fuente: La Tercera

Perú muestra un caso divergente.

Se celebró la primera vuelta y no el balotaje. Asimismo, se trató del comicio más fragmentado en la historia del país, con 18 candidatos y los dos primeros acaparaban menos del 20% de las preferencias según las últimas encuestas.

Ante estos guarismos, se espera la realización de un balotaje el 6 de junio entre los dos postulantes más votados. Las encuestas no permitían pronosticar con certeza quiénes serán, aunque aquellos con mayores chances eran: Yohny Lescano, de centroderecha; Verónika Mandoza, de izquierda; Hernando de Soto, derechista; Keiko Fujimori, populista derechista; George Forsyth, outsider; Pedro Castillo, izquierdista; y Rafael López Aliaga, de ultraderecha.

No obstante, tras un año de pandemia que golpeó con fuerza huracanada al país, la corrupción endémica, y el reciente escándalo del vacunatorio VIP (cualquier similitud con el caso argentino no es pura coincidencia) se esperaba que el voto con apatía fuera el principal candidato.

Por eso, es totalmente entendible el desinterés y la desconfianza hacia la casta política. Sumado al contexto de pandemia, y a que ninguno de los candidatos es demasiado conocido (salvo Keiko Fujimori).

El candidato izquierdista Pedro Castillo se impuso con alrededor de 16%, pero el recuento de votos era demasiado ajustado para determinar quién lo enfrentará en balotaje. Keiko Fujimori, Hernando de Soto y Rafael López Aliaga disputan un lugar en la segunda vuelta. Los guarismos eran los esperados, con la notable excepción del primer lugar de Castillo, sorpresivo para muchos analistas.

Los latinoamericanos muestran una profunda aversión a los gobiernos. La tendencia ha ido en aumento, provocando una crisis de legitimidad de las democracias de la región que podría amenazar su estabilidad. Hace rato que los golpes de Estado tradicionales no representan una amenaza, ahora las democracias liberales enfrentan una progresiva erosión que puede llegar al caso de Venezuela u Honduras, mostrando que el autoritarismo no tiene preferencia por ideologías.  

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *