El cambio climático en Europa y el papel de la variabilidad climática interna

Los cambios observados en el clima ya tienen repercusiones en los ecosistemas, la economía y la salud humana en Europa. La evaluación de riesgos y las estrategias regionales de adaptación deben tener en cuenta el papel de la variabilidad climática interna, ya que su peso sobre Europa es grande con respecto a otras regiones del mundo.

Por Roberto Barbiero

Traducción Mariano Figuera

Uno de los elementos más importantes, introducidos en el último informe del AR6 del IPCC (Climate Change 2021: The Physical Science Basis) se refiere al estudio de los impactos del cambio climático a nivel regional. El informe del IPCC introduce el concepto de Impulsores del Impacto Climático (CID), como calor y frío, precipitaciones, sequía y aridez, inundaciones fluviales, clima ideal para incendios, viento, nieve y hielo, considerados como condiciones físicas del sistema climático que afectan a un elemento de la sociedad o de los ecosistemas. Se espera que el número de cambios en los impulsores del impacto climático aumente con el incremento del calentamiento global y que múltiples impulsores del impacto climático ya hayan cambiado simultáneamente en las últimas décadas.

Uno de los eventos promovidos en la COP26 se centró en la información climática regional más reciente para la región europea, basada en el último AR6 del IPCC WGI, relevante para la evaluación de impactos y riesgos. Se ha destacado la proyección futura de los CID más relevantes, con sus observaciones de tendencias pasadas y su atribución, para cada una de las 4 regiones europeas consideradas. 

Los cambios observados en el clima ya están teniendo amplias repercusiones en los ecosistemas, la economía y la salud humana en Europa. Se siguen estableciendo nuevos récords de temperaturas en Europa: 2020 fue el año más cálido registrado, con más de 1,6 °C por encima de la media. Los patrones de precipitación están cambiando. Se observan, y seguirán haciéndolo, fuertes descensos en los glaciares, el permafrost, la extensión de la capa de nieve y la duración estacional de la nieve en latitudes y altitudes elevadas. Los fenómenos extremos relacionados con el clima, como las olas de calor, las fuertes precipitaciones y las sequías, están aumentando en frecuencia e intensidad en muchas regiones. En los últimos meses, Europa se ha visto afectada por fenómenos muy extremos, como las graves inundaciones de julio en Alemania y los países vecinos, y la ola de calor, la sequía y los incendios forestales del verano en las regiones mediterráneas.

Teniendo en cuenta los escenarios futuros, las temperaturas aumentarán en todas las zonas europeas a un ritmo superior a los cambios de temperatura media global. Se prevé que la frecuencia e intensidad de las temperaturas extremas, incluidas las olas de calor marinas, sigan aumentando independientemente del escenario de emisiones de gases de efecto invernadero. La frecuencia de las olas de frío y los días de heladas disminuirá en todos los escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero. Se prevé un aumento de las precipitaciones en el norte de Europa, mientras que se prevé una disminución en verano en el Mediterráneo. Se prevé que las precipitaciones extremas y las inundaciones fluviales aumenten con niveles de calentamiento global superiores a 1,5 ºC en todas las regiones, excepto en el Mediterráneo. Independientemente del nivel de calentamiento global, el nivel relativo del mar aumentará en todas las zonas europeas, excepto en el Mar Báltico, a un ritmo cercano o superior al nivel medio global del mar. 

Hay dos regiones europeas de referencia: Europa Occidental y Central (WCE), que contiene la región alpina, y la Mediterránea (MED). En Europa Occidental y Central se prevé un aumento de las inundaciones pluviales y fluviales, así como un incremento de las sequías hidrológicas, agrícolas y ecológicas con niveles de calentamiento a mediados de siglo de 2 °C o superiores. En el Mediterráneo se prevé un aumento de las sequías hidrológicas, agrícolas y ecológicas, así como un aumento de la aridez y de las condiciones meteorológicas de los incendios. Se prevé una combinación de cambios climáticos impulsores del impacto (calentamiento, temperaturas extremas, aumento de las sequías y la aridez, disminución de las precipitaciones, aumento de las condiciones meteorológicas de los incendios, nivel medio y extremo del mar, disminución de la capa de nieve y disminución de la velocidad del viento) para mediados de siglo y con un calentamiento global de al menos 2 °C o superior.

Esta información sobre los escenarios previstos es fundamental para la gestión de riesgos futuros ante los impactos del cambio climático, pero los investigadores se centran en un factor que hace más compleja la lectura de los cambios futuros para Europa: el papel de la variabilidad climática interna. En Europa, la contabilización de la variabilidad interna es esencial, ya que su peso es grande con respecto a otras regiones.

Pero, ¿qué es la variabilidad climática interna? Los cambios climáticos observados desde la era preindustrial en cualquier escala espacial son una combinación de cambios a largo plazo causados por el hombre y variaciones naturales en escalas de tiempo que van de días a décadas. Independientemente de los niveles futuros de calentamiento global, esta combinación continuará en el futuro. Las variaciones naturales consisten tanto en señales naturales forzadas por la radiación (debidas a erupciones volcánicas o variaciones solares) como en fluctuaciones internas del sistema climático, que se producen de forma espontánea. Desde la época preindustrial, la variabilidad natural del clima ha ocultado e intensificado temporalmente el cambio climático provocado por el hombre en escalas de tiempo que van de interanuales a decenales.

La variabilidad interna juega un papel importante para Europa provocando un cierto retraso en la definición de lo que se denomina “tiempo de emergencia”, es decir, la fecha a partir de la cual el nuevo clima medio se corresponde con las condiciones desconocidas en el periodo preindustrial. Estos tiempos de emergencia se “retrasan” sobre Europa con un gradiente latitudinal debido al mayor peso de la variabilidad interna hacia el norte a pesar del mayor calentamiento. Las emergencias en el sistema climático surgieron en 1981-1988 para el Mediterráneo, pero más tarde en 2005-2012 para el norte de Europa. El peso de la variabilidad interna difiere no sólo entre regiones, sino también entre variables climáticas, para la precipitación más que para la temperatura, y entre estaciones, para el invierno más que para el verano.

Los impulsores naturales y la variabilidad interna amplifican o atenuan los cambios previstos causados por el hombre en el clima medio y los impulsores del impacto climático (CID), incluidos los extremos, especialmente a escala regional y a corto plazo (2020-2040), pero con poco efecto en el calentamiento global centenario. Es importante tener en cuenta las modulaciones provocadas por la variabilidad interna a la hora de planificar toda la gama de cambios posibles para la evaluación de riesgos y las estrategias regionales de adaptación en Europa.

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