COP27: las negociaciones continúan con dificultad con algunas sorpresas inesperadas gracias a los países africanos

Los temas relacionados con la adaptación y la justicia climática han adquirido un papel central en la COP27. Las delegaciones trabajan para cerrar los trabajos técnicos y pasar la pelota a los referentes políticos, que tendrán entonces la tarea de consensuar los documentos borrador por ahora. Si no es posible engañarse con avances sustanciales en materia de mitigación, se espera tener buenas noticias en materia de adaptación.

Por Roberto Barbiero, Eleonora Cogo, Marzio Fait

Traducción: Wendy Toro

Entramos en la segunda semana de la COP27, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Esta edición, acogida por Egipto en Sharm El-Sheikh, se desarrolla en un contexto internacional y geopolítico exacerbado por la guerra de Ucrania. Un conflicto que ha perturbado los mercados energéticos y ha provocado un aumento increíble de los precios de los alimentos y las materias primas.

Además, 2022 fue un año caracterizado por numerosos fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones devastadoras en Pakistán y las olas de calor que afectaron a Europa y China. Acontecimientos que a menudo han provocado impactos sociales y económicos devastadores en los países más vulnerables y la falta de recursos financieros, comprometiendo aún más el respeto de derechos esenciales como el acceso a los alimentos y al agua.

Por lo tanto, las cuestiones relacionadas con la adaptación y la justicia climática han asumido un papel de

importancia central para la COP27.

La principal novedad de esta edición es la inclusión, en la agenda de negociación, de un punto de discusión relacionado con las finanzas, y en particular con el tema de las Pérdidas y Daños, o la introducción de medidas específicas para hacer frente a las pérdidas y daños causados por los cambios climáticos a los que los países en desarrollo no pueden adaptarse. Hasta ahora no ha habido acuerdo sobre el texto, pero las consultas continuarán también esta segunda semana.

Al mismo tiempo, se tendrá en cuenta la Red de Santiago, una red creada para reunir asistencia técnica para los países en desarrollo y aplicar medidas para reducir el impacto del cambio climático.

En este sentido, las negociaciones relacionadas con ella también continuarán en los próximos días.

Lo que falta en la agenda, sin embargo, es un debate sobre el objetivo de 1,5°C, es decir, ese umbral de calentamiento que no debemos superar en las próximas décadas si queremos evitar la aparición de fenómenos meteorológicos extremos. Una carencia que tendríamos que suplir. Tal y como recoge el Informe de Emisiones del PNUMA, la temperatura global corre el riesgo de superar los 2,5ºC en los próximos años si no se asumen compromisos más ambiciosos en materia de mitigación y, por tanto, de reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero – GEI. Una previsión confirmada por el Climate Action Tracker, que informa de cómo las nuevas inversiones de expansión relacionadas con el uso de riesgo del gas natural licuado comprometen permanentemente el objetivo de 1,5°C.

Sobre la base de los compromisos actuales adoptados por la mayoría de los países para combatir el cambio climático, existe de hecho una probabilidad del 66% de que el calentamiento alcance un aumento de entre 2,4°C y 2,6°C a finales de siglo. Una perspectiva catastrófica que necesita absolutamente medidas adecuadas.

Mientras los negociadores buscan un texto final que satisfaga las necesidades de los países en desarrollo y que pueda demostrar la creciente ambición de las negociaciones, podemos decir que, por el momento, las partes han avanzado poco en esta primera semana.

Las negociaciones avanzan lentamente. Todavía hay numerosos detalles técnicos sin resolver sobre cómo cumplir los compromisos adquiridos en años anteriores en materia de mitigación y financiación del clima. Además, la decisión de cobertura, es decir, la decisión final en el centro, aún no ha tomado la forma del acuerdo político de las dos semanas de trabajo.

Un punto de inflexión podría venir de Bali, Indonesia, donde se celebra la reunión del G20 entre el 15 y el 16 de noviembre: cada anuncio o decisión de los líderes de las principales economías del mundo podría tener un impacto decisivo en las negociaciones egipcias. En particular, las miradas están puestas en Joe Biden y Xi Jinping, que volverán a reunirse después de mucho tiempo, y sin duda tendrán la oportunidad de discutir lo que ocurre en Sharm el-Sheikh.

Mientras tanto, sin embargo, según los comentarios de las principales redes y entre los corrillos de la Zona Azul de la COP, se registra una novedad: una más clara comunión de intenciones entre los países del Sur del mundo en materia de adaptación y financiación. Esta unidad proviene de los desastrosos acontecimientos de Pakistán y del sentimiento generalizado de frustración en los países más afectados por el cambio climático, pero sobre todo del largo trabajo diplomático urdido por China, India y algunos países africanos.

Este contexto puede dar lugar a algunas sorpresas inesperadas en los documentos de cierre de la COP27, sobre todo en materia de finanzas. En los próximos días, de hecho, pueden surgir algunos compromisos escritos en blanco y negro que darían lugar a una nueva ronda de negociaciones técnicas que sólo terminaría con la COP29.

Las delegaciones están trabajando para cerrar el trabajo técnico y pasar la pelota a los referentes políticos, que tendrán entonces la tarea de consensuar los borradores de los documentos.

En el caso de Italia, el nuevo ministro de Medio Ambiente y Seguridad, Gilberto Pichetto Fratin, ya está presente en Sharm el-Sheikh Energia, trabajando ahora con la delegación de la Unión Europea, que representa formalmente las negociaciones.

Si no es posible engañarse con avances sustanciales en materia de mitigación, se espera tener buenas noticias en materia de adaptación.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *