COP26: Última llamada para el futuro del planeta

Expectativas en torno a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima en Glasgow. 

Por Paulo Lima y Roberto Barbiero

Traducción: Sofia Lima y Mariano Figuera

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), que se celebrará en Glasgow (Escocia) del 31 de octubre al 12 de noviembre, representa una probable última llamada para que los gobiernos del mundo tomen las medidas necesarias y urgentes para hacer frente a la crisis medioambiental. 

El cambio climático está cada vez más fuera de control. El reciente informe sobre el clima del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC), denominado “Código Rojo para la humanidad” por Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, puso de manifiesto cómo “el clima está cambiando más rápido y más intensamente de lo previsto, mientras que las medidas adoptadas a nivel mundial para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, contener el calentamiento global y combatir la crisis climática siguen siendo totalmente insuficientes”. 

La comunidad científica subrayó cómo el papel de las actividades humanas en el calentamiento global es inequívoco y cómo la temperatura de la Tierra ha aumentado a un ritmo sin precedentes, al menos en los últimos 2.000 años, alcanzando un umbral de 1,1º C en comparación con la era preindustrial. Los impactos en los sistemas naturales son ahora evidentes. El nivel del mar sigue subiendo, más de 20 cm desde 1901; los océanos se calientan; los glaciares continentales y marinos siguen disminuyendo; el océano Ártico ha perdido un 40% de su extensión desde 1979. Los acontecimientos son cada vez más frecuentes e intensos, como las fuertes lluvias y las consiguientes inundaciones, pero también las olas de calor y las sequías, que en conjunto contribuyen a crear condiciones favorables a los incendios, como ocurrió en la zona mediterránea en verano. 

El llamamiento del mundo científico es claro: sin una reducción rápida y sustancial de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo, será imposible cumplir los objetivos del Acuerdo Climático de París. Objetivos que pretenden limitar el calentamiento a 2°C para finales de siglo en comparación con el periodo preindustrial, pero haciendo todo lo posible para mantenerse por debajo de un aumento de 1,5°C. Todo ello para evitar que se alcancen umbrales que hagan irreversibles determinados procesos físicos en curso, como el deshielo, la subida del nivel del mar y la pérdida de ecosistemas que tendrían efectos catastróficos para la supervivencia de la especie humana. 

Ante esta emergencia climática, los países se presentan en vísperas de la COP26 con señales poco reconfortantes, como demuestra, por ejemplo, el reciente “Informe sobre la brecha de emisiones 2021” del PNUMA sobre la diferencia entre las emisiones registradas en comparación con las reducidas que serían necesarias para mantener el calentamiento global dentro de los límites establecidos por el Acuerdo de París. 

Las nuevas contribuciones voluntarias nacionales (Nationally Determined Contributions- NDCs), que cuantifican los compromisos renovados para contribuir a la consecución de los objetivos del Acuerdo Climático de París, muestran escasos avances y son completamente insuficientes tanto a corto plazo, hasta 2030, como a largo plazo, es decir, hasta 2050, año en el que se debería alcanzar la neutralidad climática, es decir, el equilibrio entre las emisiones antropogénicas y la absorción de gases de efecto invernadero. 

Los renovados compromisos de reducción de los gases de efecto invernadero, aunque se apliquen efectivamente, seguirán provocando un aumento de la temperatura estimado en 2,7° C, lo que no es sostenible para el Planeta. Las principales economías, reunidas en torno al grupo del G20, responsables de alrededor del 80% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, muestran signos muy ambiguos. Estados Unidos, Europa y Gran Bretaña son los países que, de manera formal, han presentado los mayores compromisos de reducción de emisiones. China y Japón sólo prometen mejoras. Brasil y México incluso empeoran sus compromisos, previendo un aumento de las emisiones, mientras que India aún no se ha pronunciado al respecto. El informe del PNUMA también denuncia cómo, en la mayoría de los países, no ha habido oportunidad de utilizar los recursos proporcionados para salvar y estimular las economías obstaculizadas por el COVID-19 y, al mismo tiempo, promover la transformación a las economías. 

Lo que se espera en la COP26 es, por tanto, un rápido cambio de marcha y en la mesa de negociación hay al menos cuatro prioridades en las que se jugará el éxito o el fracaso de la candidatura. 

1) El fortalecimiento de los planes nacionales (PAD´s) debe ser una prioridad; para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, en particular en los sectores de producción y consumo de energía (industrias, transportes, viviendas) y en el sector alimentario (ganadería y agricultura intensivas, transformación y distribución, residuos y despilfarro de alimentos), así como reducir inmediatamente la explotación de los bosques y los suelos. Los compromisos deben mirar hacia el horizonte de la neutralidad climática que debe alcanzarse en 2050, planificando la salida de la economía de la dependencia del uso de combustibles fósiles; 

2) Deben cumplirse los compromisos de apoyo financiero a los países con mayores dificultades, especialmente en lo que respecta a la promesa de los países desarrollados, realizada hace 10 años, de movilizar 100.000 millones de dólares anuales para apoyar a los países en desarrollo en las políticas de mitigación y adaptación al clima; 

3) Deben concluirse las negociaciones pendientes relativas, en particular, a los mecanismos de transparencia entre países y a la normativa necesaria para hacer operativo el acuerdo climático de París. Una de las cuestiones que habrá que resolver serán las normas del artículo 6 que permitirán la puesta en marcha de instrumentos de mercado del carbono, como el comercio de cuotas de emisión, y de instrumentos no relacionados con el mercado, por ejemplo, medidas fiscales, como la fijación de precios del carbono o la imposición de impuestos para desincentivar las emisiones; 

4) Es imprescindible tomar medidas para poner en marcha acciones de adaptación y financiamiento, tan necesarias para proteger y restaurar los ecosistemas y los sistemas de apoyo para proteger, prevenir y advertir del peligro de los fenómenos extremos, especialmente en los países en desarrollo. 

Por tanto, el mundo mirará a la COP26 con la esperanza de que se produzca realmente un cambio profundo en la acción climática. Se acabó el tiempo. Será decisivo el papel de la sociedad civil y de las organizaciones no gubernamentales que estarán presentes en Glasgow como observadores para presionar a los delegados de los distintos países. 

Una contribución fundamental es la de los jóvenes que acudirán a Glasgow con la fuerza del primer “Youth4Climate Manifesto“, un manifiesto que recoge las ideas y propuestas surgidas en Milán a finales de septiembre durante el evento “Youth4Climate Driving Ambition“, debatidas después en reuniones de consulta posteriores. Entre las muchas propuestas importantes, los jóvenes piden participar ya “en todos los procesos de toma de decisiones relacionados con el cambio climático. 

Como desde hace diez años, Viração, a través de su Agencia Joven de Noticias Internacional, también estará presente con un grupo de jóvenes de Brasil, Argentina, Colombia e Italia.

Como siempre, contamos con la colaboración de los jóvenes de Engajamundo y, en esta ocasión, de los chicos de Fridays for future, que también compartirán con nosotros sus contenidos producidos directamente desde Glasgow.

La producción de la cobertura periodística educomunicativa se puede consultar aquí en la página web y las redes sociales de la Agencia Joven de Noticias.

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